José Ramón Del Río

Política e Historia

Calle Ancha

28 de noviembre 2015 - 01:00

AUNQUE la Ley de Memoria Democrática andaluza no es más que un proyecto a debatir en el Parlamento, si que está vigente la Ley Estatal de 2007, de cuando gobernaba el PSOE. Ambas coinciden en encomendar a las administraciones públicas las medidas para retirar escudos, insignias, placas o menciones conmemorativas de exaltación de la Guerra Civil. Con una diligencia que le honra (y que sería deseable para sus actuaciones en el gobierno de la ciudad) el Ayuntamiento de Cádiz, sin esperar a que el proyecto andaluz se convierta en Ley, ya ha aprobado la creación de una comisión que se encargará de estudiar la simbología franquista presente en la ciudad. Esta comisión estará presidida por el concejal comunista Martin Vila (es curioso que los únicos que hicieron oposición a Franco, en la democracia, tengan que parasitar a otros partidos de izquierdas, para tocar algo de poder) y en su composición numerosa echo en falta al representante del Colegio de Abogados, necesario porque esta Comisión será la encargada de realizar el catálogo de la retirada, interpretando la Ley, a no ser que el concejal presidente, letrado en ejercicio, se quiera reservar esta interpretación.

En este Diario aparecía un catálogo provisional de esos nombres ascendidos al callejero en tiempos de Franco, que suman 20. Cuando en 2010 el PSOE intentó eliminarlos, solo eran 12. ¿Es que aumentan? Entre los citados, se cita a mi abuelo, Francisco García de Sola, que además es hijo predilecto de Cádiz. Su mérito: traer el agua a Cádiz y ejercer siempre de gaditano. Fue director general de Obras Hidráulicas, en los gobiernos de Franco, hasta su jubilación, porque era un ingeniero de caminos destacado que venía de hacer el metro de Buenos Aires con el Conde de Guadalhorce y por su competencia técnica, se le encomendó la política hidráulica de este país. En Extremadura, uno de los grandes pantanos lleva su nombre.

Franco estuvo 40 años en el poder y los que al principio de la dictadura eran jóvenes profesionales, toda su vida laboral la desempeñaron durante el franquismo y no por eso se les puede descalificar por fascistas. También en la lista aparece la condesa de Villafuente Bermeja, nacida Mercedes Fernández, de origen cubano a la que Fidel, le expropio, sin pagarle un peso, muchas casas en la avenida principal de La Habana. La calle no se le ha dedicado por ser madre de un amigo íntimo de José Antonio Primo de Rivera (ahora parece que las culpas de los hijos recaen sobre los padres), sino por sus obras de caridad. Guillen Moreno, que sí era falangista, se le dedicó la barriada porque la consiguió. El pobre Corneta Soto Guerrero, ni tuvo tiempo para ser fascista. ¿Porqué los políticos no dejan la historia para que la escriban los historiadores?

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