Políticos malversadores

Esos líderes independentistas estuvieron a punto de provocar en este país un enfrentamiento como los que no queremos recordar

13 de diciembre 2022 - 01:32

Si hay una cosa que parece clara con la reforma del delito de malversación que preparan el Gobierno y sus aliados parlamentarios de ERC es que puede, y seguramente lo haga, beneficiar a los condenados presentes y futuros por ese delito. Es más, es fácilmente deducible, por todas las circunstancias y factores que rodean esta reforma, que se hace con esa intención, y que el artículo reformado del Código Penal lleva entre líneas los nombres de algunos líderes del 'procés'.

El Gobierno ni siquiera se esfuerza mucho en ocultarlo. El propio presidente Pedro Sánchez ha hablado de "decisiones arriesgadas" al referirse a las que está tomando en este sentido, y con la misma determinación ha dicho que su propósito es separar la política de los juzgados. Lo malo es que a cambio se lleva por delante resoluciones que tomaron los juzgados aplicando la ley.

Lo triste será que, merced a estas apresuradas decisiones políticas (bueno ¿qué no es política?) otros muchos condenados o procesados por otras desviaciones de fondos públicos estén ahora más tranquilos, o se estén dando friegas anímicas pensando en un futuro mucho más amable para ellos. Aunque puede que, cuando el PP reformó ese mismo delito en 2015 para igualar todas las malversaciones, estuviera pensando también en los independentistas pero de una manera totalmente contraria, lo cierto es que ponía las cosas más difíciles a quienes quisieran manejar el dinero de todos a su capricho, se lo llevaran o no a casa, o lo hicieran para comprar juguetes a los niños necesitados. Toman ese dinero como si fuera suyo. Y esta reforma les rebajará las penas.

Soy firme partidario del control total y riguroso de los caudales públicos, y de que se usen para lo que estaban destinados cuando se decidió su inversión. Debemos despojar su manejo de concepciones morales, éticas o políticas. Porque nos puede parecer bien cambiar su uso para fines urgentes o humanitarios, pero esos posibles cambios deben tener siempre el aval democrático de que se haga con los procedimientos adecuados, de acuerdo a la ley y, por supuesto, a la vista de todos.

Y pensemos en lo que esos líderes independentistas estuvieron a punto de provocar en este país: un enfrentamiento como los que no queremos recordar. Podemos perdonar, pero su temeridad, cegados por unos principios fuera de toda ética, les debería hacer inválidos para volver a asumir para nunca jamás ninguna responsabilidad política.

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