Editorial
Rey, hombre de Estado y sentido común
Con la venia
Lo confieso: soy un pringao. Debo ser de los pocos que no he ido a la corrida de José Tomás. No tenía cuelo en barrera (¿se dice así?) de la Junta, el Ayuntamiento o la empresa. No pagué el "abono real" a 270 euros ni la reventa a 300. No tenía entradas ni en sol ni en sombra, ni en la grada ni en el tendido. No tengo una mujer rubia oxigenada ni apellido bodeguero ni soy dirigente del PP. No soy famoso ni conozco a nadie en el mundo de los toros. Así que no tengo más remedio que reconocer que no soy nadie : no estuve en la plaza el día 12. Pero el asunto es peor aún: no juego ni al padel ni al golf ni al polo, por lo que no puedo participar en ninguno de los innumerables campeonatos que hay en Vistahermosa, Novo Santi Petri o Sotogrande. Nadie me invita a ninguna gala benéfica en El Puerto o San Roque para recaudar fondos para alguna causa solidaria, sean enfermedades incurables o algún perdido pueblo de Perú al que le falta una escuela. No participo en ningún Rastrillo no por maldad, sino porque nadie me ha dicho nunca que lo haga. No me invitan a ninguna fiesta en todo el litoral, desde las de cinco estrellas en Sotogrande, tipo medio en Vistahermosa o Segunda B en el Novo. No me invitaron a los conciertos del Castillo de San Sebastián. Más aún: no he estado en mi vida en ninguna zona VIP de nada. Hasta hace poco ni siquiera sabía lo que era un backstage y todavía hoy no he pisado uno en mi vida. No salgo en ninguna foto de ninguna fiesta veraniega de postín. Más aún, no he ido nunca a las carreras de caballos de Sanlúcar, por lo que no he podido estar jamás en ninguno de los palcos que se ponen para ver la competición hípica playera. Por supuesto no me invitan al Trofeo ni el propio Ayuntamiento ni, faltaría más, Antonio Muñoz. En resumen que soy lo peor que se puede ser, insignificante. No voy a los sitios importantes, no me invitan a nada, no me sacan foto alguna de esas en las que la gente que son alguien en la provincia salen mirando al fotógrafo. La única fiesta social que tengo disponible son las barbacoas del Trofeo que no requieren invitación, ni siquiera municipal. Por si fuera poco hace tiempo que no aparece la admirada familia Zapata que animaba como nadie y le daba a la fiesta el toque popular que nunca consiguió el Ayuntamiento a pesar del Guiness. Lo dicho, un pringao.
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