Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Los que manejan el mundo
Cuarto de muestras
No tiene la nostalgia de Mauricio Wiesenthal, siempre inspirado por Zweig y su humanismo descorazonado. Los autores no desfilan como en ‘Libro de réquiems’ en un alarde de erudición, dandismo y anhelo de lo que Europa fue. No es un canto a lo perdido ni una pose. Tampoco un manual de buenas maneras que sólo leen los que ya las conocen y no están dispuestos a saltárselas. Menos aún se trata de un catecismo que instruye con preguntas que ya no se formulan y respuestas que hoy nadie daría. No teman que no es un libro de autoayuda, faltaría más.
‘Ejecutoria’, el nuevo libro del poeta Enrique García-Maíquez, es un canto a la nobleza de espíritu. Sin el acartonamiento que genera mirar por encima del hombro, sin el polvo de la vanidad ni el falso barniz de la presunción. Sin olor a rancio porque su linaje es universal. No va de los abolengos que nos regala la ruleta de la vida cuando venimos al mundo sino de lo que podemos llegar a ser.
Pese a estar colmado de conceptos aparentemente trasnochados: hidalguía, caballerosidad, nobleza, virtud, méritos, honor, excelencia…este libro resulta necesario, ahora más que nunca, por su rebeldía de bien. Por contagiarnos ese deseo de aspirar a ser mejores. En la línea del filósofo Javier Gomá y su ensayo sobre la ejemplaridad, nos devuelve la confianza en nosotros mismos.
Con su humor característico, nos llega esta ejecutoria cuyas credenciales de nobleza vienen de la mano de autores sagrados. Desfilan como en una vieja Orden de Caballería: Dante, Shakespeare, Cervantes, Manrique… junto a series y personajes actuales que también aportan lo suyo. En este libro nos enseña la nobleza de espíritu el más famoso hidalgo de todos los tiempos, Don Quijote de la Mancha, pero también su escudero. Nos la recita Manrique en sus coplas. Nos llega al alma el gesto de nobleza de Velázquez cuando pinta a sus bufones con porte y dignidad de príncipes. Nos traspasa el Rey Felipe IV cuando al discutir la entrada del pintor en la Orden de Santiago dijo: “Poned que a mí sí me consta de su calidad”.
Con la tendencia tan española a la picaresca, que sale sola, es necesario reivindicar la hidalguía de espíritu, conquistarla a través del arte y de nuestra aspiración por ser mejores. Este libro se lo regalaría a todos los niños al cumplir los 14 años o cuando se confirmaran para que sepan que todos son nobles y pueden un día armarse caballeros.
También te puede interesar
Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Los que manejan el mundo
Envío
Rafael Sánchez Saus
Luz sobre la pandemia
Crónica personal
Pilar Cernuda
Felipe VI: su mejor discurso
La Rayuela
Lola Quero
El rey de las cloacas
Lo último