Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Ramón Castro Thomas
El brioche es el pan de moda. Los bocadillos de los bares de diseño, los de cocina fusión, han renunciado al viena, a la pulguita, a la barra y evidentemente al manolete, que es ya pura aqueotapatología. Todos abrazan con emoción a este tipo de pan que no es más que una evolución de la antigua medianoche, ese pan pequeñito que ponían en los convites de finales del siglo XX con jamón y mantequilla por dentro o incluso con foigrá, que el foie entonces no se conocía a lo que era a nivel de bolsillos delgaítos.
Ahora no hay local de cocina fusión que no te ofrezca un brioche relleno de algo. Los que ganan son los de pulled pork, que es como una especie de carne del puchero deshilachada y que ahora, puesto todo bajo el abrillantamiento de la cocina mejicana, es una cosa modernísima. En verdad da lo mismo lo que le pongas al brioche dentro porque luego, por encima de la carne, te pondrán tres o cuatro salsas, una de ellas picante que le quitará todo el sabor.
El brioche es más quitahambre que otro tipo de panes y su toque dulzón lo hace como más correcto, más de restaurante de pitiminí. Pero si hay un sitio donde el brioche esté arrasando es en otro de los mundos de moda en la actualidad, las hamburguesas.
Las hamburguesas van recubiertas todas de este pan heredero de la medianoche. Suelen ir cargaditos de mantequita para incrementar su jugosidad y uno de los placeres que experimenta el comensal es poderlos estrujar para así poderse meter en la boca esas rodajas de carne picá que cada día están mejor alimentás.
Hoy voy a proponer a los guruses de la hamburguesa que se permitan experimentar con el pan andaluz por excelencia y lo arrejunten con la carne picá. Yo ya he hecho en casa en numerosas ocasiones el panidaje de hamburguesa con mollete, ya sea en su variedad de Espera o de El Bosque, y los resultados son plenamente satisfactorios.
El mollete tiende a ser, y esta es su gran virtud, muy egoísta y su etérea miga es capaz de chuparse cualquier salsa y cualquier jugo, de ahí su matrimonio perfecto con la pringá.
Me gustaría que alguien, como ya ha hecho Crabbys en El Puerto de Santa María, se atreviera a investigar en el mundo de la hamburguesa y el mollete. Yo creo que podrían salir cosas muy interesantes, y ya si se cambia el queso Gouda por el payoyo de Villaluenga la cosa puede alcanzar niveles de gran escándalo.
También te puede interesar
Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Ramón Castro Thomas
Por montera
Mariló Montero
Los tickets
El balcón
Ignacio Martínez
Negar el tributo y lucir el gasto
La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La pesadilla andaluza