Enrique García-Máiquez

Rendir con el honor

De poco un todo

06 de junio 2010 - 01:00

La derecha repite como un mantra que todo lo que hace la izquierda es una maniobra de distracción para que no hablemos de la economía. Les traiciona el subconsciente. En España no hay conservadores sino conservaduros, según el certero diagnóstico del marqués de Tamarón. Para el PP, la última de la ministra Chacón, la de retirar los honores militares al Santísimo Sacramento y a las imágenes religiosas, como el Cristo de la Buena Muerte, de Málaga, no sería más que otra cortina de humo.

Pero Chacón no es tan tonta. Ha de saber que como propaganda su medida es contraproducente. Deja que Rajoy le dé a lo del humo. "Con la que tenemos encima, en qué tonterías se meten", corea, molesta, la opinión pública, que está viviendo una luna de miel con el discurso del PP. Normal: todos queremos conservar los pocos duros que nos van quedando. La explicación verdadera es que para la ministra no son tonterías, sino las esencias de su ideología, como lo de arrancar los crucifijos de las escuelas. Se la tienen jurada a Cristo, tal como suena, y confunden la aconfesionalidad del Estado que proclama la Constitución con el laicismo más beligerante.

Desde un punto de vista estrictamente religioso, no hacen más que dar coces contra el aguijón. A la gloria de Dios no le quita ni un ápice el que los cadetes le rindan honores. Eso honraba a los cadetes.

Y ahí es donde la ministra Chacón se equivoca gravemente: en el ejercicio de sus responsabilidades. Como ministra de Defensa su prioridad debería ser mejorar la moral y el espíritu de entrega y el pundonor de sus tropas. Nada de eso parece importarle demasiado. No olvidemos que se puso corriendo una camiseta en la que se leía "Todos somos Rubianes" cuando el actor, descanse en paz, dio en insultar a España con una agresividad sólo comparable a su grosería.

Los militares están llamados a dar incluso la vida ("A España servir hasta morir" decía un lema que José Bono les obligó a desmontar), pero la ministra y el Gobierno de Zapatero, llevados por sus fobias y prejuicios ideológicos, vacían de sentido el sacrificio supremo. España es una nación discutida y discutible, dicen, a la vez que van desterrando a golpe de decreto cualquier atisbo de trascendencia. No hablo sólo de fe. Las tradiciones son la viva presencia de los muertos entre nosotros. Abolirlas es condenarles al olvido.

La sistemática desmoralización de nuestras Fuerzas Armadas merecería un estudio a fondo. Se podrá objetar que se busca una re-moralización netamente democrática. Pero esas celebraciones locales -el Corpus de Toledo, el Cristo de la Legión en Málaga- son muy amadas por el pueblo. En ellas se producía una identificación profunda entre la sociedad y sus ejércitos. Chacón al prohibir esos actos ("Progresía es prohibir" ha constatado Calamaro, harto) ha rendido otro flaco servicio a su país.

Ah, y la economía está de pena, desde luego.

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