Enrique / García-Máiquez

Segundo plano en el puente

Su propio afán

21 de septiembre 2015 - 01:00

KICHI tiene razón. Debería haber sido avisado oficialmente de la inauguración del segundo puente como mínimo al mismo tiempo que se hacía el comunicado oficial. La presencia del presidente del Gobierno en una ciudad también tiene que notificarse al Sr. Alcalde.

Ahora bien, hay que reconocer que la jugada del Ministerio de Fomento ha sido de un maquiavelismo letal. Le ha bastado olvidar o retrasar una notificación oficial, un gesto menor, indolente, ni agresivo ni intrusivo, para recordarnos a todos la titularidad de la gran obra de ingeniería. Lo cual tiene repercusión política tanto para Cádiz como para el conjunto de la nación. Aquí, pospone a Kichi a un segundo plano en el segundo puente, girando, aunque sea implícitamente, el foco hacia Teófila. Y para España, no es casual que se haya escogido la semana de las elecciones catalanas. La inauguración será el jueves, así que saldrá en la prensa el viernes, el día previo a la jornada de reflexión. Y fíjense que el discurso ya viene hecho: los puentes -tan transversales a las fronteras- uniendo orillas; el nombre del nuestro, de la Constitución de 1812, donde nace la nación española moderna; y una muestra del músculo financiero del Estado. No podría venir mejor.

Reconociéndole a José María González la razón que tiene para su enfado, como he hecho desde la primera frase de este artículo, también habría que reconocer, si se quiere hacer un análisis completo, que él ha dado cierto pie. O dos pies, uno antes y otro después.

El primero, el alcalde de Cádiz no ha sido capaz de adoptar, en relación al puente, una actitud institucional. No desperdicia una oportunidad de criticar la inversión, el sobrecoste y el impacto negativo que tendrá sobre el tráfico en Cádiz. Tenga o no motivos, con esa actitud más propia de líder del principal grupo de la oposición, justifica (sentimentalmente) el olvido de notificarle la inauguración. Un Pepito Grillo nunca apetece en una gran fiesta llena de parabienes y auto-bombos.

Pero su mayor error ha sido su berrinche. Hablando de "gran deslealtad institucional", de "desprecio al pueblo de Cádiz" y hasta de ausencia de "la educación debida", sobreactúa; y así le hace el juego al medido maquiavelismo del Gobierno. Y nos recuerda, encima, sus propios y abundantes desprecios al protocolo y a las formas que exigen las instituciones. Lo inteligente hubiera sido despreciar el feo, no darle alas.

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