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Mikel Lejarza
Toulouse
EN las hemerotecas se conservan los ejemplares de los tres grandes periódicos de finales del siglo XIX en Cádiz: El Comercio (1842-1885), La Palma de Cádiz (1853-1893) y Diario de Cádiz, que afortunadamente sigue editándose. Estos periódicos son fuentes interesantes para conocer cómo era la celebración de la Semana Santa de final del siglo XIX, que es la época en la que las cofradías gaditanas vuelven a realizar estación de penitencia con cierta regularidad, merced sobre todo a la estabilidad política de aquellos años.
Nos queremos centrar en la narración que en los diversos números del año 1882 realiza El Comercio. Para ese año, donde la Semana Mayor se desarrolló del 2 al 9 del mes de abril, un mes antes se da cuenta de la reunión mantenida por los representantes de las cofradías con el prelado, Jaime Catalá y Albosa (obispo de Cádiz entre 1879 y 1883), para organizar las diversas procesiones, acordándose que desde el Domingo de Ramos hasta el Viernes Santo haya manifestaciones de culto externo. Ese año se volverán a colocar sillas en las calles Duque de Tetuán y plaza de la Constitución "al precio de 12 céntimos". Señala El Comercio en su edición del Domingo de Ramos, que "en los tiempos presentes las procesiones de Semana Santa son más bien actos profanos que religiosos", aunque añade "no las considera así la Iglesia que cuida siempre de imprimir en ellas el sello de religiosidad y piedad, pero lo cierto es que muchas personas devotas suelen huir de esas grandes reuniones que se promueven al paso de las procesiones". Y añade una sentencia clara: "Aquí, por otra parte, no podemos competir en punto a procesiones con Sevilla, donde la tradición ha hecho célebre sus cofradías".
Saldrán ese año las siguientes hermandades: VOT de Dolores, que lo había hecho el año anterior por primera vez desde 1847; Columna, Ecce-Homo, Nazareno, Afligidos, Descendimiento y Santo Entierro, con variados cortejos de sagradas imágenes y otra procesión desde San Francisco, de las que podemos señalar diversas curiosidades.
El Domingo de Ramos salió la VOT de Dolores desde San Lorenzo, acompañado de San Juan en otro paso; Lunes Santo, desde San Francisco, la Sagrada Cena y la Oración en el Huerto, de las que dice el cronista "lástima que las efigies e indumentarias de ambos pasos no corresponden a la grandeza y majestad de sus respectivos asuntos"; asimismo salió el paso de la Virgen de los Dolores (¿Soledad?), y estaba acordado pero no se refleja el del Señor del Prendimiento. No se cita que organizara esta procesión la Vera-Cruz.
En la reseña de ese día se critica "la espléndida iluminación de la calle Ancha, que recuerda la del Carnaval, y nos pareció y parece inoportuna… hay cosas, que aunque se hagan con buena intención no pegan ni con cola. Y no decimos más". Nada nuevo, por cierto, este comentario.
El Martes Santo, desde San Antonio, procesión conjunta de Columna y Ecce-Homo, con la presencia en otros pasos de San Pedro y la Virgen de los Dolores (¿Lágrimas?); hubo de recogerse pronto por fuerte aguacero. El Miércoles Santo salió Afligidos, precedido por el paso de la Verónica, llevando en su seno la cofradía al Señor de la Sentencia. A este cortejo se incorporó en la calle Ancha el suspendido cortejo del día anterior. De este día se señala "el hermosísimo aspecto que presentaban en las calles aquella correcta alineación de luces, penitentes e imágenes". Las cofradías entraron en la Catedral a la hora de iniciarse el Miserere de Palacios. El apartado musical también es recogido, diciendo el rotativo que "las bandas militares de Ingenieros, Artillería, Álava y la Municipal hicieron oír durante la carrera preciosas marchas fúnebres cuyos ecos formaban conmovedor conjunto junto con el respeto y recogimiento del pueblo que se agolpaba en las calles".
El Jueves Santo salieron el Nazareno junto a la Magdalena en su paso, precedido por el de la Verónica, tras el Señor, otro con San Juan y cerrando la Virgen de los Dolores, incorporándose en la Catedral el paso del Cristo de la Piedad. "La procesión después de recorrer su largo trayecto entró en su templo a las doce en punto casi con el mismo acompañamiento que al salir". Igualmente estaba previsto pero no se refleja la presencia del Señor de la Humildad y Paciencia.
El Viernes Santo, a las cuatro y media salía de Santa María el Santo Entierro, precedido por la Virgen de las Angustias. A este cortejo se une en la calle San Juan de Dios el del Descendimiento, que radicaba entonces en Santo Domingo.
Como curiosidad, destacar que El Comercio refleja en su edición del 22 de marzo que ya en esa Cuaresma se dedicaron en San Agustín cultos al Cristo de la Buena Muerte, aún sin cofradía, y al Señor de la Expiración en la iglesia de La Palma.
Indudablemente la lectura de las publicaciones de la época nos aportan muchos datos sobre períodos no muy estudiados de las cofradías gaditanas.
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