Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Los que manejan el mundo
Su propio afán
KICHI va en vaqueros, pero no tiene pinta de vaquero. Y, sin embargo, le va a tocar el papel de Gary Cooper, con Teresa Rodríguez de Grace Kelly, nada menos. Tras la aprobación in extremis de los presupuestos con su última bala (la Junta de Gobierno Local), se queda solo ante el peligro.
¿Qué peligro? Que los presupuestos no cuadren ni a la de tres. Se le acusa de haber dado por supuestos (por requetepresupuestos) 18 millones de euros, que no es el chocolate del loro. Si ese dinero no aparece, la responsabilidad recaerá a plomo sobre el Ayuntamiento. En realidad, estamos ante una apuesta a cara de perro. Por eso, cuando el alcalde califica el procedimiento usado como "una baza que desgraciadamente no hemos tenido más remedio que usar", me quedo con la subconsciente mención de la "baza". Hay algo de partida de póker aquí. Si sale el as del presupuesto cuadrado, la victoria personal y política será del alcalde y el bochorno de la oposición; si pintan bastos, al revés.
El enfado de José María González con el PSOE hay que entenderlo por el peso de la soledad y el vértigo de la responsabilidad. Por mucho que Kichi se lamente, siendo legal la aprobación, no puede hablarse de ningún bloqueo por parte de Fran González, sino de su negativa a apostar por el alcalde y sus cuentas de la lechera. Lo interesante es la lectura con perspectiva. Aplicando el mismo esquema, cuando el PSOE facilitó la investidura de Podemos sí se hizo responsable del nuevo Ayuntamiento. El duelo al sol que desde entonces se traen es por ver quién carga con el muerto de la responsabilidad, si uno, si los dos.
"Hoy es un día muy importante para la gente de Cádiz. Hoy se han aprobado los presupuestos más sociales de los últimos 23 años, unos presupuestos que se cuadran con la gente dentro", ha declarado, ufano, el alcalde. Pero también se hunden con la gente dentro. Veremos cómo termina esta película, que lo tiene todo: rivalidades íntimas, tensión pública y mucho, muchísimo peligro. Habría, en la medida de lo posible, que relajarse. Al menos, dejar de cuestionar el papel de la oposición. La idea del PP de llevar los presupuestos al Tribunal de Cuentas o la Cámara de Cuentas es lo mismo: una última baza, legal y legítima. Y tal vez una manera de acabar cuanto antes con el suspense de si no o si sí sin que los ciudadanos tengan que sufrir en sus propias carnes el desbarajuste supuesto o presupuesto.
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