El lanzador de cuchillos
Martín Domingo
¡Boom!
de todo un poco
ME estoy riendo. Mas ha calificado de "supersónico" al Tribunal Constitucional que ha suspendido por unanimidad su ley de consultas y encuentro supergraciosa la expresión. Mas, diciéndola, se me aparece, de golpe, como un niño embobado y envidioso ante un juguete que ve pasar, visto y no visto, por delante. También dice eso el hombre que se ha enrocado en unos supuestos derechos históricos de unos años de piedra o, al menos, de maricastaña. A Mas, con esa cosmovisión, cualquier cosa del siglo XXI le tiene que parecer supersónica.
Todavía más gracioso. El líder lleva años y años dándole a la manivela de su consulta y dándonos la vara y dale que te pego y vuelta y vuelta al derecho a decidir... Y todo eso le ha durado al Tribunal Constitucional unos minutos.
Rajoy ha jugado su carta predilecta: la inactividad enervante. No ha entrado a la provocación política y ha dejado que el follón se desmorone en un segundo a la puerta del TC. Sin moverse, ha conseguido sacar de quicio a Mas, que ha ido enloqueciendo poco a poco, liándose solo, lentamente, mientras desesperaba a la opinión pública. Ya lo advirtió Chesterton: "Volverse loco es el proceso más lento y aburrido del mundo".
El presidente del Gobierno se consagra definitivamente como un killer. Frente a Nietzsche, que gritó: "Lo que está cayendo, empujadlo", Rajoy, en su famosa escalera gallega, prefiere susurrar: "Lo que está cayendo, dejad que suba más alto, que caerá más rápido y más duro". Él no se molesta en empujar, sino que deja que la ley de la gravedad, en este caso la gravedad de la ley y la Constitución, le haga el trabajo, mientras sigue, impertérrito, ofreciéndose al diálogo, que es lo que queda bien.
El modus operandi del killer Rajoy está claro como una firma. Lo mismo ha hecho (es decir, no ha hecho) con Ruiz-Gallardón. Yo, por carácter y por estrategia a largo plazo, prefiero métodos más expeditivos y más profundos, menos burocráticos y menos letales. Pero lo valiente no quita lo cortés, y le reconozco a Rajoy el dominio magistral de la daga invisible, inmóvil, inmisericorde. Luego, si lo de Mas me hace gracia, es por la expresión supersónica, por supuesto, y porque en su caso, la víctima no es, ni mucho menos, inocente. Tampoco lo es del todo Gallardón, pero ahí fue distinto: las verdaderas víctimas de la jugada electoralista de Rajoy con el aborto son muchas más y de verdad inocentes. Un killer.
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