Crónica personal
Pilar Cernuda
Trampa, no linchamiento
Su propio afán
Los columnistas nunca agradeceremos lo bastante a Susana Díaz su carácter franco, su verbo fuerte, su estilo firme… Se la ve venir de lejos y eso, cuando el oficio de uno es verlas venir, ayuda. Lo último suyo es tratar de extrapolar el resultado de las municipales a su problema político particular. Una victoria socialista en Andalucía significaría -sugiere- un deseo popular de investidura inmediata.
El plan tiene -marca de la casa- algunos flecos. Por un lado, incide en un rasgo de su personalidad que ya empieza a ser apabullante: el personalismo. Las municipales son muy concretas, pues cada cual vota a su alcalde, y cualquier extrapolación tiene mucho de extralimitación. Por otro lado, el plan es reversible. Si el cómputo global no favorece al PSOE más que en las autonómicas, Susana cosechará otra derrota: un nuevo no (virtual) a su investidura.
Asume riesgos. Está, obviamente, el cómputo, pero también la percepción. No genera la misma autoridad ganar en las zonas rurales que en las grandes ciudades. Esto no es democrático pata negra, porque lo esencial es un hombre, un voto. Pero las municipales tienen eso: los municipios. Y el PP es mucho más fuerte en el voto urbano, mientras que el PSOE domina el campo. Esa distribución se diluye en otras elecciones, no en éstas. Pudiera ser que el domingo el origen de los votos no contribuya a delimitar un perfil moderno para Susana Díaz.
En el PSOE nacional, encima, perciben que la presidenta en funciones sigue empestillada en su pulso a Pedro Sánchez, y que un mejor resultado socialista en Andalucía que en el resto de España le insuflará nuevos ánimos rebeldes. Eso hará que en Ferraz no vayan a echar las campanas al vuelo con los datos andaluces si pueden evitarlo. Desde luego, no van a contribuir ni un poquito a la sensación de victoria personal de Susana.
Incluso aunque encajasen las piezas una a una, no creo que los andaluces vayamos a creernos demasiado que un buen resultado del PSOE tiene que ver con una investidura que no nos quita el sueño. Sumándolo todo, es probable que este enésimo plan también salga mal o regular.
Tampoco es grave. Tras los guiños a Juan Marín, las llamadas a Iglesias y a Rajoy, el órdago de nuevas elecciones, las venturosas estadísticas, tras todo eso y esto, pues ya diseñará ella otro plan. ¿Será por planes? Es la larga marcha de la autonomía: de fracaso en fracaso hasta la investidura final.
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