Tiremos los coches al mar

La política de aparcamiento ha supuesto que el 75% del espacio público de Cádiz esté destinado a los coches

03 de junio 2024 - 00:15

Todo este desafuero de aparcamientos subterráneos y fomento del vehículo privado lo empezó Carlos Díaz hará unos 35 años. Primero fue el del Campo del Sur, que todavía arrastra problemas . Luego fue el de San Antonio, a pesar de haber encontrado unos restos romanos, la Glorieta, Cortadura. Carlos Díaz se obsesionó con un nuevo puente, lo más que le concedió Borrell fue una maquetita tipo Exin Castillos. Luego llegó el torbellino Teófila que llenó la ciudad de boquetes en Telegrafía,Cuarteles, el Estadio, frente al hospital, La Laguna, Bar Stop, Santa Bárbara. Proyectaron otro en la carretera industrial, que no se hizo, incluso hablaron de hacerlos bajo el Mercado, frente a la Catedral, en la plaza de la Reina y en los jardines del Obispado. Cádiz queso gruyére. Se abrieron aparcamientos en la Punta, el Muelle, el Pesquero, junto a la Estación. El nuevo puente se hizo por la tenacidad de Teófila, aunque fue durante el mandato de Kichi la inauguración. Esto supone enchufar 20.000 coches todos los días a la ciudad a razón de 500 millones de coste, con sobrecoste Tito Floren. Esta insensata política ha supuesto que el 75% del espacio público de Cádiz esté destinado a los coches. Del 25% restante habría que quitar las innumerables terrazas que se amplían hacia el infinito y más allá. Total, que para los peatones que pagamos impuestos apenas queda sitio. Luego nos extrañamos de que haya pocos niños en Cádiz ¿qué niños va a haber si entre coches , perros y terrazas no queda sitio? La ciudad debería ser para los ciudadanos, el propietario de un vehículo que no tenga aparcamiento propio, que no se compre coche, que use el transporte público. Cuando hace 30 años se estudió la movilidad en la Bahía se decía que el 75% de los movimientos en la comarca se hacía en vehículo privado. Los últimos datos dicen que hemos llegado al 90%, un grave problema cuya única solución es el fomento del transporte público. El tranvía y el catamarán son las únicas noticias positivas en 40 años, solo que prestan un servicio deficiente por sus malos horarios, su baja frecuencia y su falta de coordinación tarifaria, por no citar que jamás se hará el tranvía a Puerto Real cuya plataforma reservada sigue sin uso. Somos unos nuevos ricos, solo queremos enseñar nuestros coches como símbolo de estatus en un ejercicio heteropatricarcal de cuanto más grande mejor. Todo quisqui tiene su coche en la puerta de casa, incluso los que se creen revolucionarios, aparte de disponer de Thermomix, Netflix, Movistar para ver el Mandril, los niños en San Felipe o Las Esclavas, viaje a Eurodisney, carnet del Club Náutico (sin barco) y otras costumbres de la clase media aspiracional.

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