El lanzador de cuchillos
Martín Domingo
¡Boom!
Su propio afán
HAY un columnista de un periódico digital que expone sus predicciones con gran seguridad en sí mismo, y no da una. Le leo ya con el máximo interés inverso. Te informa exactamente de lo que no va a pasar. Hay un cuento de Borges idéntico: uno que ha descubierto que nada sucede como imagina y, por tanto, recrea lo que no quiere que le ocurra a modo de exorcismo.
Me equivoqué cuando pensé que el PSOE de Cádiz no auparía a Podemos a la alcaldía; así que ahora, temeroso de seguir los pasos del columnista campanudo, escucho con aprensión las voces prestigiosas que vaticinan un gobierno del PSOE y de Podemos, que yo no veo. Ignacio Camacho, que es muy brillante, lo adorna incluso con un anglicismo cinéfilo hitchcockniano y asegura que el pacto con Ciudadanos no es más que un McGuffing, esto es, un arabesco del guión para ganar tiempo, distraer al público, fabricarse una cobertura y sorprender al final.
Comprenderán ustedes el alivio y el deleite con que he asistido al tono agrio del debate entre Sánchez e Iglesias, que recogía y, aún más, ahondaba los obstáculos a un pacto. Pero los obstáculos venían de antes. Tanto Podemos como el PSOE aspiran al trono de la izquierda y una entente, en las condiciones en que la exige Pablo Iglesias, sería muy lesiva para el PSOE y, con condiciones más livianas, para Podemos. Ninguno puede no quedar por encima. Y luego están las diferencias de fondo: de la socialdemocracia al bolivarismo hay un océano de distancia.
Eso sostengo, pero me advierte, severo, mi admirado Nicolás Gómez Dávila: "Para ganar una apuesta, en nuestro tiempo, hay que apostar por los individuos o las causas que uno quisiera ver perder". Y me dolería equivocarme, primero, por el bien de España y, después, lo reconozco, por mi honrilla y por ustedes que me dan su confianza leyéndome.
Ayer, después de insultarse hasta el extremo, ambos terminaban siempre con la voluta de tenderse la mano. Eso no me preocupa: me barrunto que es por tacticismo pre-electoral. La única mosca tras mi oreja es la cuestión municipal y autonómica. En los ayuntamientos y comunidades donde gobierna el PSOE con la inestimable ayuda de Podemos, como en El Puerto, o viceversa, como en Cádiz, no se perciben tensiones. Todos parecen seguros de que nada va a cambiar. Si la ruptura en la cúspide fuese tan radical como escenifican, los pactos irían cayendo en cascada. Tanta tranquilidad me inquieta.
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