José Luis Vidal

¿Vacaciones en el mar?

la hora del bocadillo

¿Qué hace Spirou embarcado en un trasatlántico? Descubridlo, de la mano de la editorial Dibbuks, en su nueva aventura 'Pánico en el Atlántico'

31 de enero 2016 - 01:00

Imagino lo que debe ser cumplir el sueño de uno creador, poder coger un personaje ajeno, un icono de los cómics y poder narrar nuevas aventuras: Darwin Cooke lo hizo con The Spirit de Will Eisner; El tándem formado por Pellejero y Díaz Canales lo han hecho recientemente (y con un éxito total) con Corto Maltés y ya hemos disfrutado de algunas páginas del Lucky Luke de David Prudhomme. Y, cómo no, no se podía quedar en el tintero la colección que actualmente publica Dibbuks, titulada Una aventura de Spirou por… donde sí que podemos ver de la absoluta libertad que han disfrutado los diferentes autores que van pasando por la cabecera. En el anterior álbum Schwartz y Yann trasladaron al eternamente joven botones al segundo conflicto bélico y le cambiaron el color de su uniforme, como muy bien indica el título del álbum El botones de verde caqui, en una aventura que combinaba con maestría aventura y drama, a la vez que homenajeaba gráficamente al Maestro Yves Chaland.

Pero en este Pánico en el Atlántico cambia la premisa, con un giro total, tanto argumentalmente como de tono. La pareja artística formada por el guionista Lewis Trondheim(en esta ocasión) y el dibujante Fabrice Parme nos narra la peripecia que hace que Spirou, que trabaja como botones en el ya clásico hotel Moustic (cuya fachada vemos levemente y que vuelve, una vez más, a cambiar de aspecto arquitectónico) se ve trasladado, cosas del trabajo, a un enorme buque de lujo, el 'Rey de los mares', donde va a seguir ejerciendo su trabajo, o sea, llevar y traer voluminosos equipajes a los clientes, teniendo que soportar a algunos a los que arrojaría por la borda sin pensárselo dos veces.

Pero claro, el joven no suele ir solo en sus aventuras, y como no podía ser de otra manera, su pequeña y cascarrabias ardilla Spip lo acompañará, escondida dentro de su sombrerito. Lo malo será cuando una insoportable millonaria y su perro hagan su aparición.

Por otro lado, Fantasio, el reportero infatigable, aparecerá también para hacerle las cosas aún más difíciles al botones. En su labor de paparazzi, está persiguiendo a Marinella Cabotini, una famosa celebrity de la que busca obtener una instantánea con su nuevo amor. Al final, sin comerlo ni beberlo, pero tampoco preocupándose demasiado, el fotógrafo termina colándose entre el pasaje del navío.

Pues bien, este podría ser el argumento de uno de aquellos ya añejos episodios de la serie Vacaciones en el mar (Love boat) si no fuera por la oportuna aparición de otro de los secundarios clásicos, el conde de Champignac, un inventor que combina la genialidad y el despiste a partes iguales, lo que hará que se inicie la peripecia que implique al resto de los protagonistas y, por supuesto, a todo el pasaje del barco.

Resulta que un compañero inventor, el profesor Sprtschk (¡vaya nombrecito!) ha desaparecido con una de sus invenciones, un impenetrable campo de fuerza que Champignac también utiliza, además de otra de sus creaciones 'champiñísticas': Una pistola congeladora de múltiples usos. Y claro, ocurre lo que suele pasar la mayoría de las ocasiones con estos locos inventos, que terminan ocasionando un desastre… Y es que, en este caso, que el navío termine dentro de una burbuja, campo de fuerza, bajo el mar.

Será la ocasión propicia para que Spirou intente rescatar al colega de Champignac, pero con litros de agua salada sobre sus cabezas, ¿Cómo lo hará?

Lewis Trondheim, en su papel de guionista, ha optado por sumergirnos (y nunca mejor dicho) en una divertidísima y alocada aventura, que tira mucho del slapstick clásico, con situaciones inverosímiles, carreras, caídas y golpes sin ton ni son. Un ligero divertimento en el que, curiosamente como en la mayoría, por no decir casi todas, las aventuras de Spirou, no existe el papel del villano. En esta ocasión, los 'culpables' de todo lo que ocurre son los despistados sabios. Y es que Trondheim cuenta ya con una larga y productiva carrera a sus espaldas y sabe manejar el humor como si fuera plastilina, ya sea como escritor o autor completo. Por nombrar solo un par, la exitosa y super divertida saga de La Mazmora o las peripecias de Lapinot. Estas dos y muchas más lo han convertido en uno de los grandes autores de la BD contemporánea.

Fabrice Parme, que ya ha compartido con él viñetas en más de una ocasión (Venezia, OVNI…) nos deleita aquí con un estilo muy cercano al cartoon más clásico, en el que es una auténtica delicia, en una segunda aproximación, fijarnos en los diseños de las ropas de los personajes, la decoración, incluso la fugaz imagen de la totalmente renovada fachada del Hotel Moustic, trasladando a los personajes a la época de finales de los sesenta, principios de los setenta.

¡Comprad ya un pasaje y embarcaos en esta divertida lectura, seguro que no os defrauda! ¡Von Voyage!

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