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Decir que Marruecos es un país amigo y vecino es media verdad. Es un vecino inamistoso. Chantajea con el terrorismo, el narcotráfico o la inmigración irregular. Más de dos tercios de los autores de los atentados yihadistas en Europa en las últimas décadas, en Madrid, Cambrils, Barcelona, París o Bruselas eran de nacionalidad marroquí. La monarquía absoluta y estado policial de Rabat controla sospechosos. O no; acaba de suspender la cooperación antiterrorista con Alemania, porque Berlín no acepta la soberanía marroquí sobre el Sahara. El Rif es el primer productor mundial de cannabis. El informe anual de drogas de la ONU sitúa su cosecha en 40.000 toneladas que valdrían en el campo unos 200 millones de euros, y multiplican por 50 su valor al por menor en las ciudades europeas. Eso supone un intenso tráfico por el Estrecho y la presencia en las costas de Cádiz y Málaga de mafias de todas las nacionalidades.
Las 8.000 personas que han irrumpido en Ceuta son un remedo de las 50.000 que el rey Hassan II envió en 1975 al Sahara en la marcha verde. Marruecos lanzó aquel desafío a España en un momento de debilidad; la agonía del dictador. El incidente de Perejil en 2002 ocurrió con el gobierno de mayoría absoluta de derechas, y el de ahora con un gobierno minoritario de izquierdas. Los dos anteriores con presidentes norteamericanos republicanos y este con un presidente demócrata. El apoyo estadounidense a la soberanía marroquí sobre el Sahara se ha extendido de Trump a Biden a cambio del reconocimiento de Israel y apoyo tácito al proceder de Netanyahu. Marruecos goza de privilegios agrícolas, con cupos crecientes de hortalizas y frutas, bajos aranceles y precios de entrada que hacen la competencia a los agricultores andaluces, murcianos y canarios en los mismos calendarios. Estos acuerdos y los de pesca han provocado sentencias del Tribunal de Justicia de la UE que no reconocen la soberanía, ni la jurisdicción de Rabat sobre el Sahara Occidental.
En plena crisis, los políticos nacionales están en la peleíta. Casado le dice a Sánchez que el Gobierno le viene grande y envalentona al vecino peligroso. Y frente a este líder junior de la oposición hay un peso pluma a cargo del Gobierno, que acusa a su oponente de querer derribarle. El despliegue del Ejército español tiene un mapa sencillo de entender: el Cuartel General de la Fuerza Terrestre tiene sede en Sevilla, la Jefatura de la Flota está en Rota y la Comandancia General de la Infantería de Marina en San Fernando. Marruecos es vecino, pero desde luego no es sensato tomárselo como amigo.
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