El balcón
Ignacio Martínez
Mazón se enroca
Tribuna libre
Hoy en una vueltecita matutina me adentré por las calles de la Viña. Uno, que es beduino de pensamiento, palabra, obra y omisión, siempre ha considerado a este barrio como el del Carnaval. Así que aparte de la semana de la fiesta, pocas veces me adentro en territorio caletero. Y viene todo esto porque observando con ojos de arquitecto, siempre me sorprende la amplitud de sus calles y la poca altura de sus fincas, un urbanismo insólito en el Casco Histórico de la ciudad, donde la especulación en la floreciente "emporio de la orbe" hizo estrechar sus calles y alargar la altura del caserío. Pero esto no ocurre en la Viña, el Barrio del Nuevo Mundo, que se comenzó a urbanizar a principios del dieciocho para alojar a clases populares.
Y esta huella de barrio popular con el que nació, le sigue acompañando 300 años después. En este breve paseo he contado hasta doce fincas vacías, cerradas a cal y canto y un solar sin edificar. Me he adentrado en edificios con galerías apuntaladas, y ahí continúa esa plaza convertida en solar. La Viña es uno de esos barrios que por su urbanismo, ubicación y por los espacios singulares que la circundan podría ser referente en Cádiz. En cambio, ilustra la imagen decadente de la mayor parte de la ciudad.
Capítulo aparte merece el solar del Corralón, la histórica plaza de la Reina. La ya clásica confrontación entre administraciones de distinto signo político podría librar a la plaza de la abusiva privatización del espacio público que practica nuestro equipo de gobierno local. Bien está lo que bien acaba.
El municipio está en la obligación de dotar al barrio de una nueva plaza de la Reina, con una urbanización digna que la convierta en el espacio urbano central del barrio, un lugar de convivencia y de manifestación pública de la cultura y la opinión.
Si toda la ciudad necesita atención y nuevas ideas, La Viña es el ejemplo paradigmático del abandono a su suerte de los gaditanos por el gobierno local. Se necesita una especie de Plan Viña, más que el fallido proyecto Urbana, un pacto de verdad, realizado entre administraciones y provisto de presupuesto que actúe y venga a dignificar la vida de los vecinos de la zona.
En pocos días La Viña volverá a ser todo Cádiz durante una semana, el Cádiz alegre y acogedor. Cuando pase la fiesta volverá a languidecer y los viñeros, pacientemente, seguirán esperando.
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