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HASTA el final no se sabe si estamos ante una comedia o un drama. Por eso, como esta vida acaba (¡aviso spoilers!) con la muerte del personaje principal, que es uno mismo en cada caso, para los materialistas hay cierta predisposición natural al sinsentido trágico. Para los que creemos en el Más Allá, puesto que todo acabará, como mínimo, con un Juicio Justo, que ya es mucho más de lo que podemos esperar de aquí, la comedia deviene casi imprescindible.
Esta digresión metafísica, disculpen, se debe al caso del niño japonés de siete años llamado Yamato que sus padres castigaron dejándolo solo al pie de un monte lleno de osos salvajes. No sabían lo de los osos, pensaban volver en un rato y el niño había estado, la criaturita, tirando piedras a los coches durante toda la tarde. Pero cuando regresaron a los cinco minutos había desaparecido. Todo tenía pinta de un drama tremendo (menos para el oso que se lo hubiese merendado). Aunque, como decía, hasta el final, no se sabe, y el niño ha aparecido a los seis días bastante bien de salud. Ha triunfado la comedia.
Hay quien dice, ahora que estamos relajados, que con el puñetero niño no hay quien acabe. Con siete años ha sobrevivido a las alimañas, a un frío que pelaba, al hambre, pues no ha comido en los seis días, y a la sed, que menos mal que dio con un grifo. Nos estamos riendo y los padres han respirado aliviados. Yo me acordé, por cierto, de un amigo de juventud que venía de Madrid con sus padres a veranear al Puerto, y les atrapó el atasco de salida. El muchacho se ilusionó con la idea de que andando estiraría las piernas e iría más rápido. El padre le gritó que ni se le ocurriese bajar, que, cuando se disolviese el atasco, todos los coches acelerarían, y él no podría pararse a recogerlo. Cosas de la adolescencia, el emperrado chico se bajó. Y anduvo más rápido, sí, un rato. Luego el atasco se disolvió. El tráfico aceleró. Y el padre no paró. Tuvo que llegar al Puerto haciendo autostop. Nos reímos mucho con aquello, pero, si se llega a perder, se monta la del niño del Japón.
Cuya historia parece que ha terminado bien. Aunque la foto de Yamato Tanooka está en todos los periódicos. Y me ha dado aprensión. A ver si el chiquillo se va a haber librado de los osos salvajes del monte para caer en las garras de los reporteros insaciables del mundo. Yo, de los padres, aprovechando la experiencia, me andaría con mucho tiento.
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