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UN enredo en las cuerdas vocales me tiene alejado del mundanal ruido o, al menos, porque oír y leer sí que puedo, sin sumarle ruido al mundo. Cuánto consuelo he sacado de pensar la de veces que no habré metido la pata. Y, para animarme, me recito a nuestro fray Luis de León: "¡Qué descansada vida/ la del que huye el mundanal ruido/ y sigue la escondida/ senda por donde han ido/ los pocos sabios que en el mundo han sido!"
No es el caso de Zapatero, que pudiendo gozar del no rompido sueño de su pensión de ex presidente, se ha ido a Venezuela, con la que está cayendo allí, "a rebajar la tensión". Frente a la sabiduría frailuisiana, que le falta, hay que reconocerle a ZP, en cambio, un desmesurado empuje quijotesco. Piensa como el ingenioso hidalgo: "Allí fue el exagerar la falta que haría en el mundo su presencia".
La falta que le hace uno al mundo siempre es menor de la que se piensa; pero no olvidemos que Zapatero va en sus zapatos, esto es, a título personal, sin comprometernos como país, aunque lo parezca por la inercia de sus años presidenciales. Es la diferencia con el ministro Margallo, de visita en Cuba. Margallo ha destacado "el clima de complicidad" con el régimen, y ya podía haber escogido otra palabrita. Tampoco olvidemos que, con tal de que Zapatero rebaje la tensión un poco, menos es nada.
Lo inquietante de su visita caribeña se lee en clave interna, contando con los vínculos entre Podemos y Maduro. Zapatero nos pone frente a frente de la doble cara del PSOE. Por un lado, tenemos a Felipe González, crítico acérrimo del chavismo. Por otro, a José Luis Rodríguez Zapatero, que mantiene abiertos los canales de comunicación con el gobierno de Maduro. Para mediar hay que, por lo menos, equidistar, si no más. Y, desde luego, a poco éxito que se tenga, hay que cerrar acuerdos.
Siendo el pacto con Podemos una de las dos posibilidades que se le abren a un tan menguado como decisivo Pedro Sánchez tras las elecciones del 26-J, la ambivalencia dentro del socialismo, representada nada menos que por sus ex presidentes, fomenta la incertidumbre. Incertidumbre abonada por los pactos entre podemitas y socialistas en tantos ayuntamientos, vigentes a pesar de que, para gobernar España, no cerrasen la Alternativa de Progreso. Ojalá la visita de Zapatero a Venezuela lleve a los sufrientes venezolanos más consuelo y paz de los que deja por aquí. No sabemos a qué atenernos.
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