Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Los que manejan el mundo
La ciudad y los días
Cabreada por las declaraciones del nuncio, Carmen Calvo ha hecho lo que mejor sabe hacer, equivocarse, y ha respondido amenazando con aumentar la presión fiscal sobre la Iglesia porque "queremos que contribuyan a la justicia social que supone aportar con sus impuestos a las políticas de igualdad y de solidaridad y fraternidad, que es lo que se construye con la fiscalidad de un país democrático". Y por ahí no, señora Calvo. Sobre la oportunidad o inoportunidad de las declaraciones del nuncio se puede discutir cuanto se quiera. Pero sobre igualdad, solidaridad y fraternidad nadie puede dar lecciones a la Iglesia.
En España hay 70 Cáritas diocesanas y 5.828 Cáritas parroquiales en las que trabajan 5.076 personas contratadas y 83.951 voluntarios, atendiendo y acompañando a tres millones de personas. Manos Unidas tiene 72 delegaciones, y presencia en casi todas las 23.000 parroquias, que trabajan por la dignidad de la persona, el destino universal de los bienes, la solidaridad, la subsidiariedad y la cultura de la paz beneficiando directa o indirectamente a seis millones de personas en 58 países. La Iglesia española tiene abiertos 6.425 centros para atender a dos millones y medio de personas en riesgo de exclusión, sin distinguir entre españoles o inmigrantes. Y 319 centros dedicados a la tutela de menores y jóvenes con 62.082 beneficiarios. Sin olvidar las 3.888 cofradías que desarrollan importantes acciones sociales en todas las ciudades y pueblos españoles.
¿Le va a dar Carmen Calvo lecciones de igualdad, solidaridad y fraternidad a las Hermanas de la Cruz, cuya fundadora -porque conoció en el pobre barrio de su infancia la caridad bienintencionada pero torpe- quiso que sus hijas fueran tan pobres como los más pobres para no humillarlos? ¿Le va a dar lecciones a las religiosas de Villa Teresita que luchan contra la explotación sexual de la mujer, inmigrantes en su mayoría, en sus centros de atención socio-sanitaria y casas-hogar para mujeres en situación de exclusión, ofreciéndoles apoyo personal e integral a lo largo de su proceso de reinserción, además de atender a presas o mujeres hospitalizadas provenientes de contextos de prostitución y/o víctimas de trata, trabajando en red con otras asociaciones?
No, señora Calvo, ni usted ni nadie puede dar a la Iglesia lecciones de igualdad, solidaridad y fraternidad. Menos sectarismo y más objetividad. Y vergüenza.
También te puede interesar
Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Los que manejan el mundo
Envío
Rafael Sánchez Saus
Luz sobre la pandemia
La Rayuela
Lola Quero
El rey de las cloacas
Crónica personal
Pilar Cernuda
Felipe VI: su mejor discurso