Con la venia
Fernando Santiago
Pelotas y chivatos
Su propio afán
ALGUNOS ya están cansados de tanta política. ¡Pues no les queda nada todavía este año! Pueden consolarse con que el panorama, si uno se fija, muestra un interés muy intrigante, netamente novelesco. La situación post electoral andaluza es de una complejidad estratégica que ríete de Borgen e incluso de House of Cards. Hay que remontarse, para encontrar una analogía apropiada, a esas partidas de ajedrez de cuatro jugadores, con tableros irregulares, que describía Alfonso X el Sabio en su Libro del ajedrez, dados y tablas.
Susana Díaz se muestra muy segura de formar gobierno, aunque sus llamadas a superar el tacticismo dejan ver un comienzo de inseguridad. Necesita que el PP o Podemos o Ciudadanos se abstengan. Pero abstenerse es atenerse a ser el que aupó al PSOE de los EREs a un nuevo mandato. No es, por tanto, extraño que todos se tienten la ropa y pongan condiciones prácticamente inasumibles por Susana, que serán, encima, apenas suficientes para justificarles ante sus respectivos electorados.
De atenerse, Podemos se iría, del tirón, y a un tiro de las municipales, al bando de la casta más castiza. ¡Tanta retórica de la revolución para apoyar, a las primeras de cambio, el inmovilismo más añejo! Ciudadanos debe de saber el voto que ha recogido: urbano, dinámico, regeneracionista y, para colmo, volátil. Nada partidario, pues, de apuntalar un régimen como el socialista andaluz.
El PP, a pesar de que tiene más votos, es el eslabón más débil. Necesitará ser apuntalado en próximas citas y Moreno Bonilla es más sacrificable por Mariano Rajoy que los otros líderes. Y, además, tanto a Podemos como a Ciudadanos les beneficia muchísimo que sean los populares los que vayan de la mano de los socialistas, por lo que forzarán los tiempos para conseguir esa foto impagable de los viejos partidos juntos en unión.
La situación es tan intrincada que no me extrañaría nada que la solución se baraje en un escalón mayor de maquiavelismo. ¿Qué conviene a Pedro Sánchez?, por ejemplo. O qué partido perdería más en nuevas elecciones. O quién quiere darle aire a Susana Díaz (¿Rajoy?) o no (¿Rivera?). Los movimientos sobre este tablero múltiple, de fantasía, van a ser apasionantes. Con el aliciente añadido de que casi nadie percibe la labor del gobierno andaluz como estrictamente necesaria, de modo que ni cundirá la angustia ni las apelaciones a la responsabilidad social asustarán demasiado.
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