La ciudad y los días
Carlos Colón
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La colmena
Humilladero es un pueblo recóndito, sin ningún interés, en el corazón de Andalucía. Hace más de veinte años, siendo becaria, fui a escribir un reportaje sobre una anciana que se dedicaba a ir casa por casa para anunciar quién se moría (La última avisadora de Andalucía) y fue una auténtica odisea. Para llegar; y para huir. Por el autobús y por el destino. Encontré un puñado de casas humildes, una población muy envejecida y nada que hacer. Humilladero es un ejemplo icónico de esa Andalucía decadente y vaciada que busca cómo reinventarse y que no tiene problemas ni de presión turística ni de precios en la vivienda. Evidentemente, tampoco incentivos que animen a incluirlo en las populares agendas de ‘qué hacer este fin de semana’.
Pero tal vez esto último empiece a cambiar. El proyecto comenzó a gestarse hace seis años, se presentó hace unos días en Fitur y abrirá sus puertas el 22 de febrero. Es el Laberintus Park, un espacio con más de 7.400 metros que se presenta como “el primer laberinto biotecnológico del mundo inspirado en la Alhambra”. Lo ha diseñado Adrian Fisher, uno de los creadores de rompecabezas más destacado del mundo, combinando elementos disruptivos tecnológicos con una apuesta muy fuerte por la sostenibilidad ambiental. Y todo en mitad de un mar de olivos.
Tendrán que inaugurarlo para que podamos comprobar si cumple las expectativas pero donde han acertado, seguro, es en el marketing: de la Málaga de la Costa del Sol a la Alhambra. Un binomino, históricamente polémico, que nunca falla.
El Laberintus Park tiene la forma de una estrella nazarí evocando la marca imbatible que significa la Alhambra. En Málaga hace mucho que tienen claro que la división de provincias con que el motrileño Javier de Burgos troceó el Estado allá por 1833 no tiene ningún sentido. No estratégico, no para ese turismo sin fronteras y de calidad al que se aspira y no para el mundo líquido y global de hoy.
La Alhambra no necesita apellidos ni contextos localistas; el nacionalismo turístico no vende. Pero ¿por qué en Granada no se ha pensado, proyectado, un Laberintus Park? Ese es otro tema y ni siquiera es un debate nuevo. El título de esta columna bien podría ilustrar el viejo lamento por los turistas que visitan la Costa del Sol, van en bus a Granada (sin hacer gasto) y hasta la próxima. Aunque éste es un quejío superado, el Laberintus Park tiene una reflexión pausada. Para los que lo han impulsado y para los que no.
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