Enrique García-Máiquez

Aliporia internacional

Su propio afán

02 de marzo 2025 - 03:06

Hace falta un plan de paz. Ahí tiene razón Donald Trump. Sin embargo, no sé si Trump propone un acuerdo razonable que salva la dignidad de Ucrania como país invadido o si quiere contentar con una mano a Putin y con otra apropiarse de las tierras raras de Ucrania, mientras que se quita de en medio para concentrarse en China. Zelenski tiene el derecho (y el deber) de pedir algunas seguridades. Por desgracia, no soy experto en conflictos internacionales; pero el trato dispensado ha sido de alipori.

Como lo es que personas sensatas se pongan a reír la supuesta contundencia de Vance y de Trump. O que digan que fue Zelenski quien sacó los pies del plato, porque se resistió un poco a la encerrona. Yo me voy a fijar en un detalle menor. Cuando el presidente ucraniano llega a la Casa Blanca, Trump, el anfitrión, el rico, el poderoso, al recibirlo, hace un comentario desaprobatorio de la forma de vestir de su invitado. Delante de las cámaras, mirándolas, mientras se chotea, para empezar, del chándal de Zelenski.

Da la casualidad de que yo defendí a Trump contra amigos que se reían de su indumentaria. No es un árbitro de la elegancia, reconozcámoslo. Pero yo decía, y digo, que menos elegante es meterse con nadie por cómo va vestido. Más, si ya no es que vaya, sino que viene, y a tu casa.

En el caso de Zelenski, su ropa es una opción muy meditada y en la que lleva desde que empezó la guerra. Que iba a ir vestido con su mono más o menos de campaña lo sabíamos todos, porque va siempre igual. Es su manera de mostrar solidaridad con sus tropas y también la de recordar al mundo que representa a un país invadido. En esto, es eficaz. Y en lo de la solidaridad con sus soldados, la vestimenta merece un respeto, o un silencio.

Ese comentario de Trump marca un tono y prepara un ambiente. Luego vendrá la discusión, dos contra uno, sobre la mejor manera de solucionar la guerra, que no será fácil, desde luego. Pero lo de la broma inicial sobre (contra) la pinta de Zelenski, con la que él se identifica tanto, parece un indicio de que lo quieren laminar o, como mínimo ningunear. Y entonces me sucede, salvando las distancias, como a don Quijote cuando vio que Juan Haldudo el Rico estaba azotando a un muchachillo atado a una encina. Nuestro caballero no preguntó más razones, sino que desató al zagal. Que luego había razones, sí; pero que azotar en público a nadie de esa forma está de más, también.

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