La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
La aldaba
El sanchismo saca la reforma fiscal con pactos a la izquierda y a la derecha. Y sus diputados en Europa, diluidos en la bulla del gran acuerdo de las tres grandes familias (socialistas, liberales y conservadores) votan el nuevo gobierno donde hay un candidato de la peligrosísima Meloni. ¡Pecado, pecado, la extrema derecha! Los socialistas han roto el cordón sanitario y han cruzado las “líneas rojas” (estúpida y cargante expresión de tertuliano sujeto a argumentario). España es un país maravilloso donde todas estas cosas ocurren mientras un muy respetable alto militar en la reserva accede a una vicepresidencia de un Gobierno autonómico para la reconstrucción de casi 80 municipios de Valencia, pero dice que no quiere saber nada de la política. Já. Y de pronto la abuela fuma no cajetillas, sino cartones. El tal Aldama, con pinta de comercial de óptica que te coloca las lentes progresivas y unas gafas de sol, tira de la manta y deja temblando los cimientos de un sanchismo que no conoce los límites de la vergüenza. Uno piensa que si Mazón se mantiene en el puesto de presidente valenciano es gracias en parte a una doctrina sanchista que en la práctica ha sido una bomba de racimo que afecta al sistema democrático y de la que se benefician hasta algunos pájaros del PP. Alberto Nuñez Feijóo tiene una enorme patata caliente con Mazón, un tipo que debía haber puesto fecha a su dimisión, que pone en riesgo serio una importantísima comunidad autónoma para los intereses de Génova y que ha mentido sobre aquel mediodía de vino y rosas. La desvergüenza de Mazón no opaca el papel insuficiente jugado por el Gobierno de España en la tragedia de Valencia, que por algo el Rey defendió con toda elegancia y con un tacto exquisito que los valencianos deben sentir la ayuda del Estado “en toda su plenitud”. Y en esto que llega Aldama a la Audiencia a petición voluntaria y es el ejemplo práctico de los célebres versos de Lorca. “¡Anda, jaleo, jaleo. Ya se acabó el alboroto. Y ahora empieza el tiroteo!”. No hay nada peor para un líder autocrático como Sánchez que un elemento incontrolable, en posesión de información delicada, con el arrojo de quien suma días viviendo a la sombra de un penal, con un desahogo a espuertas, una desvergüenza mayor que la de sus antiguos colaboradores y un ventilador con pilas alcalinas. Vieja táctica la de señalar al jefe y pringar a los colaboradores directos. Así se obliga al número uno a mover ficha... Uno recuerda a Lorca, sí. Y también a Vera y Barrionuevo entrando en la cárcel acompañados hasta la puerta por Felipe González. No pudieron con el jefe (la equis) pero sí con sus banderilleros.
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