Apuntes teatrales

Brindis al sol

03 de febrero 2025 - 03:05

Cada día la figura teatral de Pedro Sánchez se acrecienta y millones de espectadores esperan la nueva escena de una trama, ya algo repetitiva, pero indispensable para comprender el final que aguarda al mayestático personaje que ha logrado confundir su destino personal y el de toda la nación española. Los dramaturgos que ansiosos, con sus apuntes, siguen sus pasos para escenificarlos, acuden a Shakespeare o a los trágicos griegos para encontrar algún ejemplo que sirva de modelo. Y todos, inseguros, se preguntan cómo acabará cuando baje el telón: ¿será un final trágico, cómico, tragicómico, esperpéntico, con aires de sainete? Mientras tanto, las mejores plumas de la prensa y de la radio, dudan cada día buscando un adjetivo nuevo para calificar la capacidad camaleónica, incluidos sus vistosos artificios malabares, del actual presidente de gobierno. Un caso, el suyo, único en la historia de España, al haber logrado abducir (esta es la palabra adecuada) tanto a los partidos aliados como a los de la oposición que contemplan embobados, sin apenas rechistar, unos tejemanejes que ni Shakespeare se hubiera atrevido a imaginar. Pero estos nuevos dramaturgos en ciernes –que siguen de cerca todas las jugadas de la Moncloa con el fin de rellenar sus apuntes y borradores– tienen dudas a la hora de perfilar el porqué de tanta pericia en su protagonista. Quisieran conocer la clave que le ha permitido mantenerse en el poder contra viento y marea. Porque políticos perspicaces, ambiciosos y oportunistas sin pudor ha habido muchos, pero este caso hubiera sorprendido incluso a Esquilo cuando concebía los duelos, artimañas y quebrantos que ennegrecieron los escenarios de sus obras. Para darle coherencia al funcionamiento del personaje, algunos dramaturgos, de todos modos, ya han expuesto su hipótesis: consideran que su logro proviene de haberse desprendido, sin escrúpulo alguno, de todas ingenuas ataduras llamadas convicciones, principios, compromisos, o promesas. Nada de eso es útil, todo lo contrario, superfluo, cuando se quiere encarnar el papel de un político nihilista cien por cien, al que solo importa su ego. Pero esta cualidad, nada fácil de encarnar, exige, además, de manera complementaria, una infalible clarividencia, a la hora de elegir a sus servidores. Con solo una mirada capta las debilidades de los que, sin titubeos, sabrán seguirle, asumiendo aquella servidumbre voluntaria tan bien descrita por La Boétie. Una obediencia pura y dura, porque para eso, los ha sacado de la obscuridad y les ha dado un sitio en los aledaños del poder.

stats