Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Ramón Castro Thomas
Una vez que pasaron los fastos de la Cádiz fenicia, hay que darle un repasito a una de las curiosidades del evento. Fue criticado que concedieran la realización de monumentos efímeros a un artesano valenciano llamado Alejandro Santaeulalia, por un importe de 88.000 euros. Las críticas no se han debido a la calidad de las construcciones realizadas en homenaje a los fenicios, sino a que era valenciano. Adelante Izquierda Gaditana, siempre tan progresista, incurrió en un caso de xenofobia evidente. La crítica se basaba en que no se lo hubiera concedido a artistas gaditanos, lo que les parecía lamentable. Eso nos remite a la autarquía en los primeros tiempos de Franco, después de la guerra civil, cuando el régimen apostaba por la producción interna bajo el lema “jornal para los nuestros” .
Pero el baremo no debe ser el lugar de nacimiento del artista o el artesano, sino la calidad de la obra. ¿En Cádiz se puede hacer mejor? Algunos artesanos de Artecar participaron en la Feniciada, y se debe contar con ellos cuando convenga. Pero siempre buscando la calidad. También ha venido el grupo catalán La Fura dels Baus a montar el espectáculo de la Caleta, y nadie ha protestado por su origen. Por dos motivos: porque son progresistas (aunque los haya contratado un Ayuntamiento gobernado por el PP), y porque colaboraron afamados coristas gaditanos.
Alejandro Santaeulalia es uno de los mejores artesanos de las Fallas. Junto con Vicente Llácer han sido elegidos para crear la falla grande municipal de Valencia en 2025. Y no es la primera vez, porque en Valencia lo han contratado con ayuntamientos de derecha y de izquierda, y ha recibido muchos premios. Pertenece a una generación en la que participan otros miembros de su familia, y es el autor de Maléfica, una de las más célebres fallas valencianas de los últimos años.
Está bien que en Cádiz se apueste por los mejores artistas y artesanos, aunque sean catalanes o valencianos. Y aunque vengan contratados por la derecha o por la izquierda. La mentalidad cateta de AIG, en la exigencia del jornal para los nuestros (mejor todavía si son de los suyos) revela que estamos en otros tiempos, después de los ocho años de mediocridad del kichismo para los proyectos culturales.
Por otra parte, la xenofobia no sólo es un pecado de la ultraderecha, sino que afecta a cierta izquierda en asuntos como este. Pues la xenofobia no sólo incluye a los inmigrantes, también a los turistas y a los artistas, a todo el que no es como tú, ni ha nacido en el mismo país o ciudad que tú, y es rechazado por eso.
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