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El Palillero
José Joaquín León
Salvochea y el calentamiento
Confabulario
Parece que para diciembre de 2032 el asteroide 2024 YR4 tiene previsto darnos una sorpresa. Según el astrofísico Javier Armentia tampoco hay que preocuparse mucho. En el peor de los casos, bastaría que una pequeña nave le diera un empujoncito para desviarlo de su trayectoria de choque. La nave, para entonces, será de la empresa del señor Musk, Space X, o de algún otro magnate al uso. Lo cual no quita para que nos hallemos en pleno vértigo apocalíptico, entre el horror y la fascinación, por la proximidad de un cataclismo definitivo. Plinio el Joven lo expresaba muy bien, cuando hubo de contarle al historiador Tácito la destrucción de Herculano y Pompeya en el año 79. Ahí el muchacho confiesa que quizá hubiera sentido más miedo “si el pensamiento de que moría con todo y de que todo moría conmigo no me hubiera brindado un consuelo amargo, por supuesto, pero apreciable”.
Precisamente, el señor Musk se ha ofrecido a descifrar los papiros hallados en 1752 en una villa herculana. Papiros en estado de calcinación que comenzó a desenrrollar, al año siguiente, el escolapio genovés Antonio Piaggio, con una máquina de su invención, por orden del rey de Nápoles, el futuro Carlos III de España. Luego resultó que el proceso era extremadamente lento y que los papiros no contenían las obras clásicas esperadas; lo cual no obsta para que se diera nacimiento a la papirología, y que se publicaran sus resultados a partir de 1793 en los Herculaniensia volumina. Sea, pues, bienvenido el señor Musk al noble y secular empeño de recuperar el mundo antiguo. Volviendo, no obstante, a la cuestión catastrófica, es Dion Casio quien escribe que la erupción del Vesubio cogió a los pompeyanos en el teatro. De modo que, cuando Bulwer-Lytton, diecinueve siglos después, retrata a los romanos como brutales, lúbricos y faltos de originalidad, entregados a los placeres culpables, ya tenía medio trabajo hecho para Los últimos días de Pompeya. ¿Cuáles son nuestros pecados de ahora para que la divinidad nos arroje esta piedra, 2024 YR4, sin necesidad de esconder la mano? Probablemente los mismos de aquel entonces. Incluido, ay, el teatro.
La diferencia, como sabemos, es que la capacidad de sortear nuestro destino hoy es considerablemente mayor, según nos recuerda el astrofísico Armentia. Larra decía que la sociedad está unida por el egoísmo. Plinio el Joven, sin embargo, ya había matizado mucho antes esta verdad acerba. Incluso en la hora final, sumido en la oscuridad más pura, el ser humano es un animal social. Un mero hombre entre hombres.
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