Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Los que manejan el mundo
La ciudad y los días
Levanta Escarlata el puño al cielo poniendo a Dios por testigo de que nunca volverá a pasar hambre, se aleja la cámara componiendo el plano de su silueta en la colina sobre un fondo rojo, suena la música de Max Steiner y aparece el intertítulo Intermission. Van Claude Rains, Jack Hawkins y Anthony Quayle –Dryden, Lord Allenby y el coronel Brighton– por la galería de la plaza de España, entra la música y se inserta Intermission. Eliza, esplendorosa y digna, se queda al pie de la escalera obligando al arrogante profesor Higgins, que ya salía, a volverse, darle el brazo y salir con ella hacia la fiesta en la embajada mientras suena una versión triunfal de I Could Have Danced All Night y aparece Intermission. Las grandes películas de larguísimo metraje tenían un intermedio durante el cual el público iba al baño, tomaba un café o se compraba una chocolatina en el bar del cine. Isabel Díaz Ayuso es la Intermission de Sánchez y del PSOE. También podría compararse con el eslogan que Coca Cola creó en 1929 –The Good Old Pause that Refreshes– y relanzó abreviado a partir de los años 50 como La pausa que refresca.
Estaban Sánchez y el PSOE agobiados –entre otros– por los casos de la esposa y el hermano del presidente, el Tito Berni, Koldo, Aldama y Ábalos (ayer el juez pidió al Supremo que investigue al ex secretario de organización del PSOE, ex ministro y actual diputado del Congreso ante los “indicios fundados y serios” de su “papel principal” en una organización criminal) y Ayuso les ofreció la Intermission, descanso, entreacto o pausa refrescante de su negativa a reunirse con Sánchez. Provocó la salida en tromba de todos los ministros, encendió la elocuencia de los informadores y opinadores alfombrilla, sirvió para descalificar a la vez a la presidenta, por chulapona, y a Feijóo, por hombre blandengue, e incluso inspiró a la inefable Pilar Alegría el concepto de “absentismo laboral” que, quién sabe por qué, no se le ocurrió cuando Sánchez, doncel doliente, se enclaustró durante cinco días. Por no remontarnos más atrás, a los diez meses en los que no acudió a la Moncloa cuando lo convocaba Rajoy.
Durante unos pocos días felices para Sánchez y el PSOE la noticia fue la negativa de Ayuso (en mi opinión errónea, pero esa es otra cuestión). La proyección se reanudó y la pausa refrescante terminó con la petición al Supremo de que investigue a Ábalos.
También te puede interesar
Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Los que manejan el mundo
Envío
Rafael Sánchez Saus
Luz sobre la pandemia
Crónica personal
Pilar Cernuda
Felipe VI: su mejor discurso
La Rayuela
Lola Quero
El rey de las cloacas
Lo último