La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
Calle Real
Anoche puse la bandera de España en mi balcón. Para que amaneciera puesta. Hoy es un día muy importante, los españoles nos jugamos mucho en esta lotería de la maldad y de la mentira que se juega en Cataluña. Porque todos los premios van a caer sobre nuestras cabezas, salvo que no toque a nadie. Y aun así.
Sí, comprendo que no acometo un acto heroico sino simbólico. Un acto heroico hubiera sido formar parte de una gran manifestación de muchos millones de españoles por las grandes avenidas de Barcelona tras una pancarta que dijera: ¡Cataluña, te amo tanto! Millones de españoles como en el poema de César Vallejo: Al fin de la batalla, /y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre / y le dijo: "No mueras, te amo tanto!" / Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. El poeta peruano lo escribió en 1937, meses antes de morir, en París, con aguacero. César Vallejo puede que haya sido uno de los herederos de aquella España de ambos hemisferios recogida en la Constitución de 1812, que más ha amado a España, la Madre Patria. Y autor de otro poema emocionante, que rezaba: …si la madre / España cae -digo, es un decir- / salid niños del mundo; / id a buscarla!... Fueron sus últimos poemas, que dejó inéditos al morir en 1938. Se publicaron con el expresivo título de España aparta de mí este cáliz. Decenas de años después, sin el dramatismo de aquella terrible guerra de la que no nos hemos recuperado del todo, aunque lo pareciera, vuelve la vigencia de esta angustia del poeta. Fue muy grande en los dos últimos años de su vida, porque su amada España se desangraba, los españoles habían sido divididos y enfrentados. A muerte.
Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil, /clamando: Tanto amor, y no poder nada contra la muerte! / Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. Sigue el poema su discurrir en la angustia de la contemplación de la España agónica que veía el poeta: Le rodearon millones de individuos, con un ruego común: "¡Quédate hermano!" / Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Ahora están votando como si contemplaran ese cadáver que seguía muriendo. La urna es el cadáver de España cuando la democracia -esto es, la Ley- es vulnerada, violentada y escarnecida. Sería necesario que se diera en la realidad, que hoy ocurriera lo que sucede en el poema de César Vallejo: Entonces, todos los hombres de la tierra / le rodearon; les vió el cadáver triste, emocionado; / incorporóse lentamente, / abrazó al primer hombre; echóse a andar!.
La bandera de España ha amanecido en mi balcón con flores. Quiero formar parte del todos los hombres de España que rodean a España moribunda para que, al vernos reunidos y emocionados, se incorpore lentamente, abrace al primer hombre y se eche a andar.
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