La Bandera del Pacto

Quizás

14 de marzo 2025 - 03:04

Les confieso que soy de los que están hartos de que un señor que encabezó una revuelta contra el orden constitucional, vive fuera del país y ni siquiera gobierna en el lugar en el que se presentó como candidato nos dicte lo que tenemos que hacer. Entiendo que la España real no es como la soñamos. Para algunos demasiado diversa, para otros no lo suficiente plural. Fruto de ello hace tiempo que se terminaron las mayorías absolutas y es necesario pactar y eso significa ceder. Pero lo de Puigdemont y los suyos lleva tiempo superando todos los límites y al PSOE, que es quien gobierna en Cataluña y en el Gobierno central, le ha llegado ya la hora de parar los pies a este señor.

El ejemplo alemán donde las dos primeras fuerzas son capaces de gobernar y pactar alejándose de los extremos, es el modelo que seguir. La mayoría de la ciudadanía respiraría tranquila, la crispación descendería y únicamente en los territorios donde el voto anticonstitucional es mayoritario, subirían los decibelios. El pacto sería perfecto si, además, se unieran a él PNV, Junts o ERC. Esto permitiría encauzar pactos de Estado de calado, poner al día la Constitución; reorganizar el estado de las autonomías mejorando su financiación; dejar a la salud, la educación y la vivienda a salvo de cualquier debate que no fuera sobre la eficacia de sus servicios. Esto puede sonar a delirio o sueño imposible, y no lo es porque la mayoría de la ciudadanía lo comparte. Y podría hacerse incluso admitiendo que en la España común a todos tuvieran cabida diferentes concepciones nacionales, para que todos fuésemos miembros del mismo club voluntariamente. No se rompería nada, todo lo contrario, se uniría como lo hacen las diferentes piezas que forman los mosaicos más hermosos.

Las ventajas que se concluirían de un panorama así son evidentes tanto en lo económico, como en lo social. Entonces ¿por qué no hacerlo? Llama la atención que entre la clase política nadie haya cogido la bandera del pacto entre las fuerzas mayoritarias, y que todo el interés se encamine únicamente a la derrota y destrucción del adversario. Esto no demuestra que la idea sea imposible de lograr, pero sí que constata que con los actuales dirigentes lo es. Las utopías no sobran, son sólo realidades aún por conseguir. Quienes sobran son Sánchez, Feijóo, Puigdemont, Ábalos, Ayuso, Abascal o Errejón. Ellos y quienes les azuzan el fuego. Necesitamos constructores de puentes, no de barricadas. Y al fuego echarle agua y no gasolina.

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