
Cambio de sentido
Carmen Camacho
Quiero que esto sea un ‘hit’
Su propio afán
Pedro Sánchez cumple al pie de la letra con el consejo de Camilo J. Cela: “En España, el que aguanta gana”. Se aferra al poder y acaba de condonar a Cataluña 17.000 millones para pagarse el alquiler de La Moncloa. ¿Para qué?, nos preguntábamos, ¿para aguantar un poco más…? Sí, es su manual de resistencia manual. Y, por la inexorable ley Cela, le sale bien. El poder desgasta –como decía el eterno Giulio Andreotti– a los que no lo tienen. Lo contrario del poder es la impotencia.
No me hace ilusión constatarlo, pero quien confunde sus análisis con sus deseos o con sus aspiraciones no hace análisis. El tiempo juega a favor del que manda y a Sánchez la crisis de Ucrania le está regalando el oxígeno que se compró con nuestros miles de millones.
El foco, como el ojo de Sauron, ha girado hacia Ucrania y hacia Trump y ya no mira ni al hermanísimo de Sánchez ni a la conyugalísima ni a Ábalos. El foco lejano regala a Sánchez, además del ventajoso claroscuro doméstico, un perfil institucional en las reuniones europeas de urgencia. La causa de Ucrania, país europeo invadido por un Putin expansionista, es justa, con toda la enrevesada letra pequeña que quieran ponerle. También es estética: país pequeño plantando cara a un gigante. Hay, pues, un plus de legitimidad que Sánchez –sin que nadie le recuerde que él está comprando gas ruso a todo gas– rebaña al rebufo de la deshilachada reacción europea.
No acaba aquí el sobrevenido chollo sanchista. La derecha tiene o querencias o alianzas trumpianas, pero apoya a Ucrania, como acaba de declarar oficialmente José Antonio Fúster, portavoz de Vox. El cambio de política estadounidense (o como mínimo) de tono crea desconcierto, como es natural. A los que apoyen la reacción europea institucionalizada no les queda más remedio que hacer cierto seguidismo del presidente del gobierno. A los que no la apoyen, cierto seguidismo a Trump. Es una alternativa diabólica cuyas dos opciones siguen beneficiando a Sánchez.
La oposición tiene peores cartas y ha de jugarlas, por tanto, mejor. La discusión sobre cómo alcanzar la paz no debe partirla por la mitad. No hay que quitar el foco de los problemas de Sánchez en España ni, sobre todo, de los problemas de España, incluyendo los provocados por el nuevo escenario: aranceles, riesgos militares, política europea, la desatendida inmigración ilegal, etc. Nos esperan más atención, tensión y trabajo. O más Sánchez.
También te puede interesar
Cambio de sentido
Carmen Camacho
Quiero que esto sea un ‘hit’
El pinsapar
Trampantojo
Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Matones
Gafas de cerca
Tacho Rufino
El indeseable ruido
Lo último