La ciudad y los días
Carlos Colón
Siempre nos quedará París
Hace 15 años Pepe Barroso puso a caer de un burro al por entonces Rey de España, Juan Carlos I, en un acto en Los Barrios. Le dijo de todo, desde crápula a cosas peores. La mayoría pensamos que el alcalde de Puerto Real se había pasado hasta el punto de que se vio como algo natural que la Audiencia Nacional le imputase por injurias al jefe del estado. El juez instructor del sumario fue Fernando Grande Marlaska, que de manera paradójica, con el paso del tiempo, sería ministro del Interior y diputado por la provincia en dos ocasiones; en las dos dimitió al poco, lo que demuestra un fraude a la voluntad de los ciudadanos, dicho sea de paso. El tiempo es demoledor, ahora está en trámite la reforma legal para eliminar el delito de injurias al Jefe del Estado y se han conocido las andanzas de Juan Carlos de Borbón, denominado Rey Emérito, tanto en su agitada vida sentimental como en sus finanzas. El tiempo ha demostrado que Barroso tenía razón, aunque ahora no le sirva para nada. De hecho ese fue el principio del fin de Pepe como alcalde, abucheado en la plaza de Jesús al poco de aquello el día que comenzaba la feria de su pueblo, eso que los más cursis llaman “la Villa”. Allí acabó la luna de miel de Barroso con sus vecinos, tiempo después tendría un resultado demoledor en las siguientes elecciones municipales. Tener razón años después no sirve para nada, por supuesto, más allá de la satisfacción moral de haberse anticipado a los acontecimientos. A Barroso le llevó la defensa Enrique Santiago, hoy secretario general del Partido Comunista y diputado en el Congreso, y de ayudante Amanda Meyer, también dirigente hoy del PCE, entonces una joven abogada. El entonces alcalde fue declarado por Marlaska insolvente, motivo por el que no pudo pagar la multa a la que le condenaron, incluso se investigó si en Cuba tenía propiedades. El PP y el PA, en menor medida el PSOE; atacaron con saña al ínclito. Barroso ha sido el mejor alcalde que ha tenido Puerto Real, con mucha diferencia sobre el siguiente, tanto por el tiempo que se llevó en el cargo como por las transformaciones que acometió en su pueblo. Fue también un tipo de alcalde que ha desaparecido, de la estirpe de aquellos primeros alcaldes de la democracia que imprimían a sus pueblos y ciudades un carácter propio. Ya no se llevan esos alcaldes, ahora la mayoría son gente discreta dedicados a la gestión , con poca carga ideológica, si es que hay alguna, por mucha polarización que se diga que vive la sociedad española. Visto lo visto con el paso del tiempo, tras conocer las andanzas del por entonces Rey, Barroso tenía razón y quienes no se la dimos entonces, le debemos una excusa.
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