El Palillero
Mucha basura y poco civismo
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Al poner el foco en los botellones, el Ayuntamiento de Cádiz se colocó la soga al cuello. Mierda siempre hubo, en altas cantidades. Pero, si se dice que lo van intentar controlar, y pasa lo que ha pasado, la limpieza se convierte en una asignatura pendiente. Las fotos de la plaza de la Catedral con el espacio de las escalinatas vallado, pero lleno de basuras, han dado la vuelta a España. Y se ha difundido la imagen de que el Carnaval de Cádiz es una de las fiestas más guarras que actualmente se celebran en este país. Con permiso de la tomatina de Buñol (Valencia), o incluso de los Sanfermines, donde no sólo hay toros para que los corran por la calle de la Estafeta en Pamplona. Deben tomar medidas más contundentes.
Recoger 125.080 kilos de basuras el primer domingo de Carnaval en Cádiz dice mucho sobre la forma de divertirse. Curiosamente, la basura es uno de los indicadores que se utilizan para valorar el éxito de una fiesta. No pasa sólo en el Carnaval de Cádiz. También en la Feria de Sevilla, o incluso en las Semanas Santas de toda Andalucía. A más basura, más éxito, según parece. Es algo así como la ocupación hotelera al 99%. Si los contenedores de basura se quedan pequeños, es que había más gente que el año pasado. O más guarros, según se mire.
Los consumidores, cuyas asociaciones se dedican a estos asuntos, ya están hablando de montar alguna plataforma, mesa de trabajo o cosa parecida. Por hablar que no quede. Pero más importante es actuar. Se ha propuesto poner multas a quienes ensucien. Es difícil de llevar a la práctica porque puede degenerar en incidentes, teniendo en cuenta que el público está húmedo de bebidas, y no es de talante diplomático. Por eso, con frecuencia, se opta por la inhibición.
Los controles de acceso, como los de la Puerta del Sol en Nochevieja, se podrían imponer en la plaza de la Catedral, pero no en todo el casco antiguo de Cádiz. Y sabido es que cuando no se puede montar el botellón en un sitio, se mudan a otro. Desde luego, si se mudaran a Cortadura no sería igual que en la plaza de San Antonio o delante de la Catedral.
Aparte de ser un fallo en la recogida de basuras y la limpieza, es principalmente un fracaso de civismo. Hay que saber depositar las basuras, sin convertir la ciudad en un basurero. Cuando falla la educación, es más difícil. Así que culpar a las autoridades es lo sencillo, pero quienes ensucian son los principales responsables de que haya tanta basura. Sin olvidar que el Carnaval no se debe confundir con el basurero de Andalucía. Y es lo que está ocurriendo.
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