Behemoth

Postrimerías

04 de febrero 2025 - 03:06

La otra tarde presentó Sebastián Martín, profesor de historia del derecho y de las instituciones de la Universidad de Sevilla, el extraordinario libro que ha dedicado a analizar el asedio de los juristas nacional-conservadores a la República de Weimar, a la que como especialista en el constitucionalismo de entreguerras ha dedicado otras contribuciones fundamentales. El también excelente orador, calificado de “investigador militante” por su joven colega Alicia González Moro, disertaba en el Ateneo republicano y no extraña el escenario, viniendo de un académico que defiende una universidad abierta a la sociedad –antes de ciencia, conciencia, dijo con palabras de su maestro Bartolomé Pipo Clavero– y no instalada en la consideración del Derecho como una especie de refinada escolástica. El título de la obra monumento, Vísperas de Behemoth, alude al monstruo mencionado junto a Leviatán en el Libro de Job –“¿quién le hizo humano?”, se pregunta nuestro Fray Luis en los venerables tercetos de su traducción directa del hebreo– y retoma la imagen recogida en el clásico de Franz Neumann sobre la estructura y la práctica, o sea el pensamiento y la acción, del nacional-socialismo, la bestia que habría traído no el orden sino el caos. Frente a la idea de un régimen monolítico, explicaba Adorno, glosando el trabajo de su compañero en la Escuela de Fráncfort, el Estado nazi tenía una pulsión destructora que bajo la especie de la homogeneidad favorecía de hecho un antagonismo salvaje. Es imposible resumir en unas líneas la riqueza del triple enfoque –histórico, jurídico, político– contenido en este volumen magistral, baste resaltar su propuesta de un cambio de perspectiva a la hora de abordar los debates previos a la implantación de la tiranía que condujo a Europa al desastre. De acuerdo con la lectura habitual, las democracias de entreguerras fueron doblemente impugnadas por el fascismo y las izquierdas revolucionarias. No es a nuestro juicio una lectura errada, pero los que hablan de la “democracia liberal” como una suerte de incontaminada tercera vía parecen no ver, sostiene el historiador, que la dialéctica de esos años enfrentaba el orden republicano o liberal democrático –no directo heredero del liberalismo decimonónico e igualmente ajeno a la deriva sovietizante– y el nacional conservador, que ya había vaciado de contenido el espíritu de Weimar antes de vender su alma al Diablo. Es un análisis que puede ser discutido, pero no debería ser obviado. En el discurso del profesor Martín, la voz república, tan manoseada, tan malentendida incluso por sus aparentes custodios, conserva el fulgor y la nobleza de las ideas emancipadoras.

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