Editorial
Rey, hombre de Estado y sentido común
ciudadanos de cádiz
F ue quizás la persona más popular de Cádiz, junto con Carlos Díaz, durante sus años de concejal. Su nombre ha pasado a la historia de la ciudad a través de las coplas de Carnaval y ahora, ya prejubilado de Airbus, la antigua CASA, que fue su trabajo antes y después de pasar por el Ayuntamiento, aunque parece más tranquilo, no puede evitar calentarse cuando se le pregunta por la capital gaditana a la que se entregó tanto que confiesa que "creo que me pasé tres pueblos, abarqué más de los que podía". Se trata de Carlos Mariscal González (San José del Valle, 1951).
- Ahora es más fácil encontrárselo en la romería de El Rocío que en una calle de la Viña un sábado de Carnaval.
- Yo descubrí El Rocío gracias a Juan José Galnares, que me animó a ir a la aldea almonteña la madrugada de un lunes de Pentecostés para ver a la Virgen en la calle. Fui dos años y comprobé que era algo que me desconectaba de mis ocupaciones habituales. Luego el alcalde Carlos Díaz delegó en mí para que lo representara en el embarque de la hermandad de Cádiz en la playa sanluqueña de Bajo de Guía para cruzar el Guadalquivir y adentrarse en el coto de Doñana. Por la tarde la Guardia Civil me ofreció pasar el río en una embarcación y llegar en un todo terreno hasta Marismillas donde pernoctaba, entre otras, la hermandad de Cádiz. Recuerdo que hasta una señora me encomendó a un pequeño para que se lo acercara a unos familiares que iban con la hermandad de Puerto Real. Me quedé, fue mi primer camino, con mi traje azul incluido, sin avisar a nadie, y descubrí que era una liberación. Ya son 25 caminos, agarrado a la carreta del Simpecado de la hermandad de Cádiz. Ahora voy formando parte de un grupo con mi amigo Tino Cortés y su familia.
- ¿Porqué afirma que abarcaba demasiadas responsabilidades municipales?
- Además de concejal de Fiestas y vicepresidente de la Fundación Gaditana del Carnaval, asumía también las delegaciones municipales de Participación Ciudadana y de Playas. En aquellos años el movimiento vecinal era muy fuerte, había una veintena de asociaciones, integradas en dos federaciones, aparte de unas 180 peñas, también con dos federaciones, entre otros colectivos. Para todos ellos se elaboró un Reglamento de Participación Ciudadana. En las playas creamos las pasarelas y los lavapies, además de llevar a cabo un mantenimiento permanente de las mismas. En este apartado tengo que destacar el trabajo que llevaron a cabo Jesús Oliden, Juan Montesinos y Ramón López Debén, este último desgraciadamente fallecido. Y por si no fuera bastante también me hice cargo de la Semana Santa, que estaba olvidada. Compartí muchas funciones principales de cofradías con el entonces presidente del Consejo de Hermandades Rafael Corbacho, mantuve una relación fantástica con ese mundo y hasta he sido cargador, primero del Nazareno, a cuya cuadrilla me incorporaba a partir de San Antonio y en la que terminé de manigueta trasero. También porté dos años a la Virgen de los Dolores de Servitas, de la que era muy devota mi suegra; otros dos a la Virgen del Caminito, vinculada a CASA, por Pablo Chaves entre otros, así como a Columna y a la Virgen de la Palma.
- Vamos que no tenía ni vacaciones, ni siquiera un día libre.
- Es cierto, para mí no existían las vacaciones de verano, porque en esas fechas se celebraban las fiestas de los barrios. En octubre ya se comenzaba a trabajar para el Carnaval, con el pequeño paréntesis navideño y la cabalgata de Reyes, para luego dedicarnos ya de pleno al Carnaval y seguidamente a la Semana Santa. Estaba pringado mañana, tarde y noche, incluyendo los fines de semana, todo el día en la calle. Además los dos últimos años estuve sin gerente de Fiestas, porque Antonio Cabrera, que era mi alma mater , se fue de secretario particular de Carlos Díaz. No sé como me aguantaron mi mujer y mi hijo.
- Hablando de aguantar. ¿Que recuerda de aquel desagradable asunto denominado "el cartel de los bares", con bogavante incluido?
- Conocía a mucha gente de todo tipo y algunos decidieron ir a por mí. En el año 1992 fui citado a declarar por el Juzgado número 8 ya que al parecer mi voz aparecía en una grabaciones policiales realizadas con motivo de una investigación sobre una trama de tráfico de droga en la que se decía que estaban implicado algunos establecimientos hosteleros. Acudí a la cita del juez Marín, acompañado por el abogado Juan Bosco Rodríguez, me puso varias cintas, incluso una en la que hablaban en italiano. El juez negó que mi voz apareciese llamando a una marisquería, como me habían dicho, lamentó el coste político que me iba a suponer acudir a declarar en calidad de testigo, como amigo de la Justicia, para colaborar con él, sin tener ninguna vinculación con el llamado "cartel de los bares", e incluso se ofreció a hacer una nota de prensa aclaratoria. Yo después de oír las voces en italiano me asusté, le dije que no la hiciera, porque tenía una familia y no iba a salir del Juzgado como si fuera un informador. A la salida estaban esperándome el fotógrafo Kiki y el periodista Antonio Rivera. Me preguntaron sobre el encuentro con el juez y como no les iba a decir que me había llamado para que le informase les dije que se debía a que mi voz aparecía en una grabación sobre una llamada telefónica realizada a una marisquería preguntando si tenían bogavantes, que es lo que se había comentado, y les di el titular. Lo explico ahora, veinte años después, porque nadie me lo había preguntado hasta ahora, ni se había preocupado por el asunto, que supuso un gran disgusto para mi familia y para mis amigos, aunque el caso al final fue desestimado por el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía.
- El asunto provocó además más de una letra en el Carnaval del año siguiente. ¿Por cierto, ha cambiado mucho el Carnaval desde que dejó de ser concejal?
- Con la Fundación Gaditana del Carnaval habíamos conseguido que en el consejo rector estuviese representado todos Cádiz, desde los vecinos a los comerciantes, pasando por los bancos. Cuando llegó el PP lo cambió por el Patronato, dándole el poder a entidades privadas, como las asociaciones de coristas, de autores y los antifaces de oro, dándose hasta casos de doble militancia. El Ayuntamiento, pese a que lo que se maneja es dinero público, está en minoría, y esos colectivos, que no aportan nada, se limitan a recibir, mientras que si falta dinero lo ponemos los gaditanos. Me gustaría que me explicasen porque la Administración Local hace dejación de su responsabilidad en este caso concreto y no ocurre lo mismo, por ejemplo, en el Patronato de Vivienda y se les da a las asociaciones de vecinos. No es que yo esté en contra de la gestión privada, pero no vale responsabilizar del concurso al presidente del jurado, al que incluso nombran, con un reglamento regresivo que empeora por años, y el Ayuntamiento mientras sin voz ni voto. Ya ni Miguel Villanueva, ni José Antonio Valdivia piden organizarlo, porque deben de estar encantados. Son juez y parte.
-En más de una ocasión ha dicho que el Carnaval podía ser además una importante fuente de ingresos para la ciudad. ¿Mantiene esa opinión?
- El Carnaval bien planificado puede ser una fuente de ingresos para la ciudad, pese a que ahora la calle se ha convertido en un botellón. Se podía aprovechar todo el año, igual que el flamenco, como un atractivo para los turistas, pero eso exige preocuparse. Sin embargo sigo pensando que ni el concurso ni las agrupaciones deben de profesionalizarse, lo que no quita que para las muy buenas suponga una ayuda a la economía de sus componentes. El ejemplo está en Antonio Martín, uno de los más grandes autores de la fiestas, que ha estado trabajando en Airbus hasta que se prejubiló, no ha vivido del Carnaval.
-Del Carnaval seguro que guarda buenos recuerdos, entre ellos los pregones de su época.
-Quiero destacar que yo me he criado en el Mentidero, donde se ha vivido el Carnaval siempre. En 1981 salí en el coro 'La Olimpiada de la Alegría', de Agustín González, luego he formado parte de otros de Manolo Guimerá, de la peña Los Dedócratas y de Julio Pardo, y en los dos últimos años en los callejeros de Kiko Zamora, unas veces cantado y otras en la orquesta. En cuanto a los pregones de los años en los que fui concejal, pese a que un grupo siempre estuvo en contra de que lo hicieran famosos, lo que pretendíamos era dar a conocer a Cádiz fuera, porque hace 20 años no pasaba de Cortadura. Hay detalles impagables. Tengo que decir que Isabel Pantoja fue una señora, que los Morancos hasta vinieron disfrazados desde Sevilla para no gastar y Antonio Burgos y Carlos Cano se volcaron con Cádiz. En cuanto a El Beni, que era un genio, pese a que Jesús Quintero lo ayudó en todo lo que pudo, tuvo miedo escénico, y Jesulín de Ubrique fue toda una aventura, yo creo que le costaba leer seguido, pero era tal su popularidad entonces que al acto hasta vinieron los Geos. Ahora veo bien que también pregone gente de Cádiz.
-¿Las barbacoas del Carranza fueron también un invento de su época?
- No es cierto. Yo soy y siempre he sido consciente de que las playas son la mejor industria de la ciudad y que la Victoria es el salón de estar de los gaditanos, aparte de que le Ley de Costas prohibe los fuegos en las playas, porque contamina la arena. Hasta 1994 las familias iban ese día a las playas a cenar después de los partido del Trofeo, pero con comida preparada en casa, el Ayuntamiento ofrecía algunas actuaciones musicales y la Policía Local impedía que se hiciese fuego en la arena. Luego llegaron las barbacoas, para las que hasta se llegó a regalar el carbón, y ahora se ha pasado de querer entrar en el libro Guiness de los récords a ir acabando poco a poco con ellas.
-¿Qué recuerda del alcalde Carlos Díaz?
- Que es una persona honesta y noble, que dedicaba las 24 horas del día a la ciudad y que no se merecía que los responsables regionales y provinciales del PSOE de entones lo quitaran de la lista a las municipales, al igual que a la mayoría de los que estaban a su alrededor. Fue un error político que todavía estamos pagando.
-¿A que dedica ahora su tiempo?
- Viajo con mi esposa, voy al gimnasio del complejo deportivo Ciudad de Cádiz, paseo a mi perro Lolo, me acabo de apuntar en la Universidad de Mayores y me sigo viendo con los que trabajaron conmigo en Fiestas.
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