Enrique / García / Máiquez /

¿Dónde está la bolita?

Su propio afán

20 de abril 2016 - 01:00

SEGÚN se aproximan las nuevas elecciones, cunde el nerviosismo en los partidos. Todos los portavoces aparecen empeñados en proyectar la responsabilidad del fracaso negociador sobre el rival directo. El PP culpa a Pedro Sánchez por no querer ("no, no y no") negociar con él; Sánchez a Pablo Iglesias por maximalismo y megalomanía; Iglesias a Albert Rivera por haber centrifugado el izquierdismo de Sánchez; y Rivera a Rajoy por rajao (sic) y por no querer sentarse con el del "no, no y no y qué parte del 'no' no ha entendido". Y vuelta a empezar.

Todos tienen razón en lo suyo y todos usan una misma expresión: "La pelota está en el tejado de tal o de cual". Pero más que pelota es bolita. La bolita negra de la responsabilidad; y el espectáculo se parece al de unos trileros sobreexcitados moviendo sus vasitos a toda pastilla sobre el tapete de las televisiones.

Se entiende, porque esas nuevas elecciones pillarán a todo el mundo cansado. Y tratan de evadirse del hartazgo. Miren si la gente está hastiada que, hasta los más aficionados a la política, aprovechando el alivio de la tensión del final de liga, me hablan (¡a mí!) de fútbol. Si vamos a hablar de pelotas, mejor de la auténtica, sin metáforas ni tejados. Para contrarrestar, los partidos pretenden movilizar a sus bases a base del rechazo al contrario. Se avecina una campaña muy visceral.

Aconsejaría lo contrario: subrayar el tono racional. Echar el balón al pasto, como decía Di Stéfano, y abrir el campo a problemas reales que no se trataron en la anterior campaña, como el déficit, el futuro de las pensiones, la crisis demográfica, la presión migratoria o el laberinto educativo. Y asumir, a la vez, la bolita propia. Fíjense qué oportunidad de aparecer como un líder serio. Cuando todos quieren echar la responsabilidad sobre los hombros de cualquiera, el primero que ofrezca los suyos para cargar con ella, se la lleva entera a casa.

Es un movimiento difícil y arriesgado, como siempre que uno se sale de la tendencia en esta sociedad gregaria hasta extremos bovinos; pero muchos lo agradeceríamos. La pelota siempre en el tejado del rival es de una obviedad que aburre a las ovejas. Y el "¿dónde está la bolita?" en el que han degenerado estos meses de negociaciones da una imagen de pasatiempo en bucle. Si la bolita es la de la responsabilidad, vamos a terminar concluyendo que ni está ni se la espera y que tampoco nos importa.

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