Enrique / García / Máiquez /

El busto y el gusto

Su propio afán

29 de agosto 2015 - 01:00

GRACIAS a esa salida del ayuntamiento de Jerez de sacar el busto de Pemán, don José María ha estado este verano de la más viva actualidad. Por momentos, esperaba encontrármelo en alguna de las fotos de El Balcón de Ignacio Casas, entre una belleza y un marqués. Muchos, a cuenta del busto, nos hemos dado el gusto de releer, con renovada admiración, a José María Pemán.

Por eso tiene más mérito el paso de la familia de demandar a la concejala de IU que lo llamó "fascista, misógino y asesino". Los Pemán podían haber justificado los medios o los modos por el fin de que se haya leído al escritor, que, al fin, es lo que importa. Pero la demanda rechaza el fenicio "dame pan y llámame tonto". Enhorabuena. La tentación hubiese sido recitarse los versos pemanianos que oportunamente traía ayer a estas páginas Román Martínez del Cerro: "… que aprenda, Señor, la ciencia/ de ver con indiferencia/ la adulación y el desprecio". Ciencia ejemplar en el interesado, sin duda, pero no para su familia, como sostenía, con muy buenas razones, Willy Doña, también ayer y aquí.

Sin embargo, yo habría centrado la demanda por calumnias sólo en la calificación de "asesino". Lo de fascista dará pie a remisiones a aquella hora de la historia en la que no hubo tiempo ni espacio para matices, pues todo se contrajo a dos bandos. Y eso aunque sabemos de sobra, incluso la concejala de IU, que Pemán, como dijo Manuel Halcón, "había consagrado su vida y su obra a la defensa del Altar, del Trono y de la Casa Domecq", que son las tres cosas menos fascistas que imaginarse puedan. Lo malo es que la palabra "fascista" ha perdido su significado estricto de seguidor de un concreto movimiento político italiano. "Fascista": Dícese de cualquiera que no está de acuerdo con el que se lo dice. ¡Si hasta un grupo terrorista marxista como ETA ha sido calificado de "fascista"! Me temo que eso distraerá a los abogados y al juez en disquisiciones zapatescas (a lo Guillermo Zapata) sobre los límites del humor negro y las metáforas, etc.

Para calumnia basta la miseria de llamar a Pemán "asesino", cuestión que no admite juegos florales. La demanda tendría que servir para que la concejala en particular y los de la lengua rápida en general comprendan que las palabras tienen un peso. Ha llegado la hora de reflexionar sobre lo frágil que es la convivencia y, por tanto, sobre lo dura que tiene que ser la verdad y su defensa.

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