
Envío
Rafael Sánchez Saus
Un día en la Fernando III
En 1987 se decidió que el 12 de octubre fuera la fiesta nacional. En cualquier otro país se hubiera designado el 19 de marzo, aniversario de la promulgación de la primera constitución española que lo fue también de lo que hoy son 22 estados. No le resto importancia al hecho de que a partir del 12 de octubre España pasó de ser un país en guerra a uno de los mayores imperios de la historia y a que el español sea la segunda lengua del mundo. Pero el 19 de marzo es fundamental, a pesar de abrir dos siglos de guerras, golpes de estado, dictaduras y hasta 7 constituciones, todo ello hasta alumbrar la Constitución del 78 y el mayor periodo de paz y prosperidad de nuestra historia. Entre los últimos años del XVIII y los primeros del XIX el mundo vio alumbrar la Declaración de los Derechos del Hombre en Francia, la Declaración de Independencia de los EEUU y la Constitución de Cádiz, un triángulo de la libertad entre Filadelfia, París y Cádiz, que ha conformado la democracia liberal que hoy conocemos, a pesar de que algunos la pongan en cuestión. Solo la Diputación celebra el 19 de marzo, ni la ciudad de Cádiz ha declarado el día como fiesta local, como si la Virgen del Rosario y el lunes de carnaval fueran intocables, en contra de lo que hizo San Fernando que promovió el 24 de septiembre como festividad. Durante esos dos años, según San Fernando “España era una isla”, el hecho es que Cádiz era la capital de España, de un vasto imperio desde Filipinas a América, allí fundaron los españoles grandes ciudades, decenas de universidades y hospitales y difundieron la lengua española que hoy es un elemento fundamental para la promoción de la cultura. Desde que en noviembre se aprobase el Decreto de la Libertad de Expresión, surgió el periodismo moderno, con El Conciso como principal cabecera. El Tribunal Constitucional ha tenido el detalle, no sé si obra de Juan Carlos Campo, de reunirse en la ciudad para reconocer la importancia de Cádiz en estos 213 años. Es posible que a muchos les haya enfadado la sentencia de los EREs, a mí me pareció que se hizo justicia. En cambio me resultó aberrante en su día que se aceptase la inversión de la carga de la prueba con la ley contra la violencia de género y sentencias posteriores que evaden la igualdad de hombres y mujeres, por lo que las democracia liberales lucharon siempre, desde los reunidos en el Jeu de Paume hasta la Independence Hall y el Oratorio de San Felipe. Dicho lo anterior, no hay que ponerle peros al detalle del Alto Tribunal, cosa que no ha tenido a bien el Congreso de los Diputados donde los que marcan la pauta son los que quieren destruir España como espacio de libertades y de igualdad. Las paradojas del paso del tiempo.
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