Cádiz llora la pérdida de Alejandro Cortés

El joven de apenas 38 años fallecido en accidente de moto en la Avenida de Astilleros cumplía a la perfección las estereotipadas tres ces del gaditano (carnavalero, cargador y cadista) por lo que su marcha ha conmocionado a toda la ciudad

Alejandro Cortés, mostrando hace unos años el tatuaje de la Virgen de la Soledad que lucía en su brazo.
Alejandro Cortés, mostrando hace unos años el tatuaje de la Virgen de la Soledad que lucía en su brazo. / F.C.

15 de octubre 2024 - 13:25

Cádiz ha quedado conmocionada desde que amanecía este lunes y empezaba a revolotear por grupos de WhatsApp y por redes sociales que uno de los suyos andaba en un trance complicado. Días después de conmemorarse el primer aniversario del trágico accidente en la Avenida de las Cortes, el tráfico volvía a dejar a toda la ciudad dolorida, en silencio, aferrada a la esperanza. En esta ocasión porque el fatal desenlace afectaba a uno de los suyos, a uno de esos gaditanos que de manera natural profesaba las tres ces tan estereotipadas.

La pérdida de Alejandro Cortés Molina está siendo llorada por toda la ciudad, unida en el dolor a su familia más cercana, la de sangre, y compartiendo el duelo con sus otras familias, las del Carnaval, las de las cofradías y las del deporte vinculado al Cádiz Club de Fútbol. Las muestras de pesar, de hecho, son incontables desde que se conoció el desgraciado accidente este lunes; desde el alcalde de la ciudad, Bruno García, hasta sus amigos y conocidos, pasando por el Consejo de Hermandades, que ha suspendido el pleno de hermanos mayores que estaba convocado para este miércoles 16 de octubre.

38 años llevaba Cortés profesando como gaditano incondicional, siguiendo la herencia recibida de su padre Alfonso, también partícipe activo de las fiestas de la ciudad. No en vano, ha sido jurado del concurso de agrupaciones del Falla en alguna ocasión y forma parte de ese grupo de personas que hizo realidad el sueño de crear una cofradía en Salesianos, en la que ha sido Cruz de Guía, manigueta y hermano mayor, ejerciendo ahora como segundo en la junta de gobierno.

El habitualmente sonriente Alejandro, sonrisa socarrona que delataba sus ganas de vivir, era miembro activo del Carnaval, en el que participaba cada año formando parte de grupos tan conocidos como la comparsa de Chapa, la de Jona o este último año en la chirigota denominada del Mentidero, que tanto revuelo provocó en las tablas del teatro.

Esa participación intensa en el Carnaval no le impedía disfrutar también al máximo la Semana Santa, en este caso bajo los pasos. Primero formando parte de las cuadrillas de su hermano Joaquín, siempre en la pata delantera izquierda del paso, ya sea en el Despojado, en su Virgen de la Soledad de Vera-Cruz, o en Mayor Dolor de Buena Muerte. Y luego en otros pasos a los que estaba vinculado, como los que porta la cuadrilla de Gerardo Navarro, o estos últimos años en el Cristo de la cofradía de Vera-Cruz, la de su familia, la de cuya Dolorosa se grabó en la piel orgulloso de su devoción y de su sangre. Cómo van a pesar a partir de ahora los pasos sin Alejandro bajo los faldones...

Alejandro Cortés, bajo el paso del Despojado recibiendo instrucciones de su hermano Joaquín.
Alejandro Cortés, bajo el paso del Despojado recibiendo instrucciones de su hermano Joaquín.

Su otra pasión fue el deporte, el fútbol y el Cádiz. En el equipo de la ciudad formó parte en categorías inferiores hasta llegar al Cádiz B; y también jugó en clubes como el Ubrique Industrial, Carolinense de Jaén, Ronda, Norma San Leonardo CF, Orihuela CF, Conil CF, Puerto Real CF, Chiclana Industrial CF y Jerez Industrial CF. Igualmente jugaba al fúbol sala, habiendo integrado las plantillas del Virgili Cádiz y, en esta última etapa, del AD Finem; y al fútbol playa en equipos como Aluminios Sotelo, CD Santamaría y CD Mentidero, donde también fue entrenador en categorías inferiores.

Alejandro Cortés no tenía responsabilidad alguna destacada en ninguna de estas facetas más conocidas de su vida. No era autor ni director de agrupaciones, ni formó parte de ninguna junta de gobierno de ninguna cofradía, tampoco era capataz de ningún paso, ni era el 9 del Cádiz Club de Fútbol o el primer entrenador de algún equipo puntero de la ciudad. Pero toda la ciudad anda con el corazón encogido desde que supo que el motorista accidentado en la Avenida de Astilleros era este joven de 38 años.

Difícilmente haya habido un cofrade estos días que no haya rezado por Álex, como a buen seguro habrá estado presente en los ensayos de cualquier agrupación que se prepara ya para el próximo Carnaval; y no digamos en los entrenamientos de los equipos de fútbol o fútbol sala. La ciudad entera llora la pérdida de uno de los suyos; una unión espontánea que debe dar fuerzas a su familia (a sus padres, a sus hermanos Joaquín y Alfonso, a su hijo Ezequiel…) para seguir adelante en esta vida recordando esa sonrisa socarrona de Alejandro. Descanse en paz.

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