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Envío
Rafael Sánchez Saus
Vance rompe moldes
Abruno García le puede pasar lo mismo que a Kichi, si no cambia la tendencia. Ambos llegaron a la Alcaldía prometiendo un frenazo a la pérdida de habitantes de Cádiz. Kichi, en sus ocho años, no lo consiguió, sino que aumentó la pérdida. De modo que la capital gaditana es el tercer municipio de la provincia. Y, de seguir su trayectoria descendente, puede ser la capital menos poblada entre las ocho de Andalucía. Con lo cual se ve que sufre un fallo estructural. Y que no se dan las condiciones para ganar habitantes. Esas medidas pasan por la vivienda, como es perogrullesco de suponer, pero también por el empleo. Si los gaditanos jóvenes emigran masivamente, sus hijos viven en otros municipios.
Hay que crear trabajo para que se cambie la tendencia y lleguen más personas de las que salen huyendo. Sin embargo, Cádiz afronta problemas peculiares que debemos tener presentes. Porque en otras ciudades españolas, incluso en Madrid y Barcelona, todos los inmigrantes que llegan no se quedan en la capital, donde los pisos suelen ser más caros, sino que la mayoría se van a vivir al área metropolitana, a municipios periféricos más baratos. Con lo cual se ve que el empleo es primordial, pero no suficiente.
Comparar la realidad actual con el Cádiz de hace 50 años es absurdo. Aquella ciudad era la consecuencia del baby boom. Y, además, de unos barrios donde los vecinos vivían hacinados en partiditos. Había muchas infraviviendas en el casco antiguo. Pisos de renta antigua, a precios irrisorios. Y en Extramuros fueron construidos pisos sociales baratos, aunque de baja calidad. Hoy las condiciones de vida han mejorado (las otras eran insostenibles), los alquileres antiguos se encarecieron con las leyes que aprobó el PSOE, y apenas construyen viviendas sociales. Ocurre todo lo necesario para perder población.
Se añade la singularidad de Cádiz. Al existir poco suele urbanizable, los precios son más caros y la oferta es inferior a los municipios del entorno. En consecuencia, se llegaría a una conclusión: la única posibilidad de crecimiento será a lo alto. Es decir, con rascacielos. Pero, a excepción de la Torre de Abu (actualmente en construcción), los edificios más altos de Cádiz son de los años 60 y 70 del siglo pasado. Porque después se consideraba especulación inmobiliaria y el PGOU no lo permitía.
Desde Nueva York a Shanghái, desde Chicago a Hong Kong, desde Dubái a Malasia, el mundo está lleno de rascacielos. Tan alto no vamos a llegar. Pero en Cádiz sería necesario reconstruir algunos barrios de Extramuros.
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