
Cuarto de muestras
Carmen Oteo
El noviete de la muerte
NOTAS AL MARGEN
LA quita de la deuda que seguirá pagando España por más vueltas que le demos no parece la panacea. Que los que cumplen a rajatabla con Hacienda paguen los excesos de quienes viven por encima de sus posibilidades tiene su puntito de aberración, porque el personal pierde la fe en el sistema. Los chiquillos ya saben que la engañifa la idearon los independentistas, pero admitamos la habilidad del Gobierno para que se discuta más de Andalucía que del chantaje de ERC y Puigdemont. Como la clase dirigente acostumbra a defender una idea y la contraria y a quedarse tan pancha, no es sencillo discernir. Y aunque a primera vista parezca disparatado afearle a María Jesús Montero que maniobre en la sombra a favor de su tierra (y de Cataluña), Andalucía ha de pensarse si acepta este regalo envenenado a sabiendas de que perjudica a terceros. Sería como romper con el resto y reconocer que tiene un precio. La oferta de la quita de la deuda andaluza es tan mareante que casi sorprende al PP. ¿Y por qué no aceptarla y aliviar los números rojos sin renunciar a la financiación que exige Andalucía desde hace lustros? El mismo Juanma Moreno pedía el mismo trato que a los separatistas no hace tanto. Pero ahora que tiene el anzuelo delante no pica porque, aunque toda ayuda es poca, sospecha que tendremos que esperar una financiación más justa al día del juicio final. Hoy sólo sabemos que Pedro Sánchez accede a que Cataluña recaude más impuestos a cambio de un cupo que ya veremos si da para las pensiones de los catalanes, o ni eso, como en el País Vasco.
Andalucía vuelve a ejercer de contrapeso ante los excesos independentistas. Pero el café para todos de Montero le sabe a recuelo al presidente andaluz, como es natural, porque no todas las autonomías han sido invitadas a la misma mesa. Hace bien en no firmar la condonación hasta no atar una financiación que garantice el autogobierno a todos por igual, sin olvidarse de que Andalucía no se parece a Madrid, ni a ninguna otra. Como reivindicó en la celebración del 28-F, no se pueden limitar nuestros derechos, ni malbaratar los servicios públicos. La propia Montero firmaría esta parte de su discurso, que no le dolió tanto como las reflexiones de Felipe González. Para ella, la clave está en la redistribución y no en quién recauda, porque asegura que no permitirá jugar con los principios de igualdad y solidaridad. El camino es largo y la ministra no ha dicho su última palabra. Veremos qué propone al resto de autonomías, pero la quita de la deuda no es más que un tapaboca, como avisaba ella alto y claro cuando defendía los colores de la Junta y el PP gobernaba en Madrid. Darle el visto bueno sin hablar del nuevo sistema de financiación traicionaría sus primeros pensamientos. El problema actual es la falta de consenso para servir café al gusto de todos. Y más nos vale que se recupere la cultura del pacto porque nos consta que nada bueno puede suceder cuando se cambian las reglas a mitad de partido.
También te puede interesar
Cuarto de muestras
Carmen Oteo
El noviete de la muerte
Brindis al sol
Alberto González Troyano
Elogio de la rareza
Con la venia
Fernando Santiago
Botellón de Carnaval
Monticello
Víctor J. Vázquez
Conservadurismo y disrupción