El lanzador de cuchillos
Martín Domingo
¡Boom!
Su propio afán
DEBAJO de las calles, según el pensamiento utópico, está la playa, aunque lo que hay son las alcantarillas. Lo mismo pasa con el nombre de las calles. Bajo las propuestas de cambio no hay una playa democrática. La democracia se construyó sobre una reconciliación nacional en que, como en todas las reconciliaciones, primó lo que Azaña pedía: paz, perdón, piedad.
Esto es distinto. Con la propuesta de quitar los nombres de las calles de Madrid, se sonroja hasta Manuela Carmena, que hizo el encargo. La lista que se ha filtrado cae en el ridículo (quitar la de Manolete), en el desagradecimiento (la de d'Ors, que tanto hizo por El Prado), en el cainismo (la de Machado), en el ensañamiento (la de Muñoz Seca, al que mataron en el 36), en el bochorno internacional (la de Dalí), en el catetismo (la de Pla) o en la complicidad (la plaza de las víctimas, sí, víctimas, de Paracuellos). Esto trae otra intención.
Que no es ni normalizar la democracia, que ya estaba, ni ganar retrospectivamente la guerra civil, como pretenden hacer creer a su público. Buscan la cohesión de la izquierda. Según explica Girard, nada amalgama tanto como los odios focalizados y el sacrificio, real o ritual, del contrario. En la izquierda hay muchas rivalidades y muchos matices, ideas que van desde la más centralista a la más centrifugada, del marxismo al anarquismo, de la pijiprogresía al perroflautismo, etc. Pero el denominador común es su manía atávica a la derecha. Para compactar una unión de progreso y tal, nada más rápido que cargar contra el chivo expiatorio.
Lo preocupante es que eso no tiene fin, porque la izquierda necesitará más unión aún si toca poder, pues las decisiones de gobierno generan siempre división y descontento. Y el problema es que se les acaban los nombres de calles que cambiar, los monumentos que tirar y las placas que arrancar, como demuestra que las propuestas sean cada vez más alucinantes: hala, a por Manolete; hala, a por la placa de los novicios carmelitas fusilados. Se quedan sin leña para la hoguera, sin corderos para el sacrificio.
Como la Iglesia es eterna, no extraña que se dirijan contra ella: es una fuente inagotable de energía alterna. Y contra los del PP, que se preguntan, incrédulos, por qué, con todo lo que ellos han hecho siempre por agradar a la izquierda. Y sí, lo han hecho todo, menos entenderla, tan distraídos con la macroeconomía y con la negroeconomía.
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