Cargos serviles

Cuarto de muestras

24 de febrero 2025 - 03:05

No se fíen. No se engañen. No se dejen llevar por cantos de sirena. Cuando escuchen que han creado una ley para mejorar la eficiencia de la justicia recelen. Si le cuentan que van a reducir los litigios malicien lo peor porque sólo quieren quitarle las ganas de defender lo suyo. Si le alaban métodos alternativos tengan claro que lo que eluden es mejorar la justicia, restablecer su dañada dignidad.

Es más barato aburrir a la gente para que no litigue, imponerle penosos mecanismos alternativos que suponen una ventaja para el que no tiene razón y una cesión para quien fue dañado. Alargar la insoportable lentitud de la justicia, imponer preámbulos, encarecer procedimientos, debilitar la independencia del juez unipersonal predeterminado por ley, castigar el derecho a recurrir como parte inescindible del derecho fundamental a la tutela judicial efectiva, imponer al juzgador la labor de calibrar intenciones mediante valoraciones subjetivas, quebrar la balanza de las costas por la que quien pierde paga. Llaman eficiencia a la pérdida de garantías. La lista de ofensas a la justicia de esta nueva ley es tan escandalosa como el silencio sometido de todos los operadores jurídicos.

Esta nueva ley, en lugar de dotar de más medios a juzgados y tribunales, lejos de crear una ratio de jueces por habitante que les permita ser eficientes, en vez de procurar prestigiar la justicia haciéndola rápida y satisfactoria, se le resta poder, se le denigra, se le politiza, se le intenta someter, cuestionando su rigor e independencia. En lugar de hacer innecesarios los métodos alternativos, se nos manda el mensaje de que la que es innecesaria por inútil, lenta, costosa y hasta errónea es la justicia de tal modo que no compense ponerse en manos de un juez.

El intencionado desprestigio de la justicia en España produce desencanto e impotencia. No es que el fiscal general del Estado viole el secreto profesional de un abogado ni que se tache a los jueces de prevaricadores, aunque para suavizarlo se utilice el anglicismo lawfare, no. Tampoco que las distintas asociaciones de marcados sesgos ideológicos se repartan puestos y merecimientos. Lo peor es el servilismo de todos los operadores jurídicos. El sometimiento que es complicidad. El reconocimiento implícito de que hace tiempo Consejos y Colegios dejaron de ser independientes. La evidencia de que importa más el cargo que lo que representa. La triste realidad de que la justicia es incapaz de defenderse a sí misma. No es que lleve una venda en los ojos es que los cierra para no ver la evidencia.

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