Carrancismo 2.0

29 de julio 2024 - 03:04

No soy cadista, aunque decirlo suponga un riesgo para mi salud. Nunca fui socio, aunque cuando el club estaba en riesgo de desaparecer, compré acciones, lo que no hicieron la inmensa mayoría de quienes hoy se parten la camisa . Luego diré que me da igual si el estadio se llama Carranza, Nuevo Mirandilla, Mágico González o lo que sea. Digo más: la mejor opción es que se contrate un nombre que suponga ingresos para el club y para la ciudad. De todas las opiniones vertidas sobre el asunto, antes y ahora, comprendo la de Alma Cadista, que expresa el deseo de que en lugar de enzarzarnos en disquisiciones semánticas, se acometan fichajes, lo digo porque a mí me pasa lo mismo con el Atleti. Incluso soy capaz de apoyar la idea expresada por el PSOE y AIG de que lo más importante que puede hacer el Ayuntamiento es resolver los asuntos pendientes en la ciudad: Valcárcel, Hospital, Ciudad de la Justicia, limpieza, transporte, empleo y vivienda. Supongo que es lo que piensa la inmensa mayoría de los vecinos de Cádiz ajenos a los 9.000 socios del club que residen en la ciudad, una exigua minoría sobre el total de 112.000 ciudadanos censados. Diría más: creo que es lo que piensa el alcalde, que ha tardado un año en afrontar un asunto que los hiperventilados de los suyos estaban locos por acometer cuanto antes como venganza frente al rojerío. La fórmula encontrada es prudente: el club siempre opinó que el estadio debería mantener el nombre de Carranza, como piensa, al parecer, la mayoría de sus socios. El Ayuntamiento ha buscado esta fórmula para cubrirse las espaldas. Nadie puede dudar de que Ramón de Carranza fue un golpista; en los escasos meses que estuvo como alcalde tras el 18 de julio, depuró funcionarios y permaneció impasible mientras los golpistas mataban a numerosos dirigentes de organizaciones de izquierdas, incluidos alcaldes y concejales. Su labor como regidor fue más dilatada en el tiempo durante la dictadura de Primo de Rivera (cuya estatua permanece en los jardines del antiguo Gobierno Militar) con algunas gestiones muy positivas , por cierto. En realidad el nombre al estadio y al trofeo se lo puso su hijo, otro golpista de primera hora, que ya lo intentó en la sanjurjada, José León, que da nombre al puente que nadie ha intentado cambiar a pesar de estar afectado por las mismas leyes, ni los de IU que ahora se envuelven en la Ley de Memoria Histórica ni el verborreico ministro de Fomento cuya intensa actividad locutora le impide gestionar las competencias que tiene, para desgracia de los usuarios gaditanos de Renfe, maltratados por esta empresa, por citar un asunto más importante que el nombre de un estadio.

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