El lanzador de cuchillos
Martín Domingo
¡Boom!
Su propio afán
KICHI tiene carrera y es muy raro -si se piensa- que la use para vacilar a quien no la tiene. Raro, no tanto porque don José María González sea progresista, que los progresistas, cuando progresan, cualquiera sabe adónde pueden llegar, aunque lo veremos; sino raro porque la tiene. Y los que estudiamos una carrera sabemos y solemos asegurar a los que no (y lamentan esa falta) que no es para tanto.
Una carrera apenas te da, o debería, unos hábitos intelectuales y, sobre todo, una enorme humildad. Humildad, porque, cuanto más cerca pasa uno del saber, más abrumado queda: por lo inabarcable del conocimiento y por lo inasible de la sabiduría. Una carrera se estudia para hacerte una idea aproximada de la profundidad de tus lagunas. Ahí está el quid de Sócrates: "Sólo sé que no sé nada". Y, en segundo lugar, cualquier universitario debería ser humilde porque son innumerables los maestros, empezando por Sócrates y acabando, no sé, por Borges, por Gómez Dávila, por Ramón Gaya, por Juan Ramón Jiménez…, innumerables, los que no tuvieron carrera universitaria, ni falta que les hizo; y ante los que hay que quitarse el birrete, la beca, la toga y hasta el bastón de mando del Magnífico Rector. Algún poeta amigo bromeaba diciéndome que cómo pretendía yo escribir nada si había terminado mi carrera. Eso me inhabilitaba. Y la estadística estaba de su parte.
Un título universitario debería ser como un título de nobleza: una imperceptible obligación férrea. Ni un adorno ni un pretexto para esnobear: la exigencia íntima de un comportamiento acorde y la desazón continua sobre si uno está o no a la altura intelectual que se le supone. Hay, por lo visto, quien lo maneja como si fuese un título de propiedad, una adquisición de la que presumir, aunque en realidad también la propiedad puede y debe llevarse con señorío y sabiduría.
A estas alturas el alcalde estará lamentando su ocurrencia, porque se la han criticado, escandalizados, hasta los suyos, que son las únicas críticas que en Podemos escuecen, no las mías. Así que aprovechemos nosotros la anécdota para preguntarnos por el nivel de nuestras universidades. ¿Sacan alumnos con un perfil de licenciados, esto es, estudiosos, sensibles, amantes de la verdad, etc.? Aunque qué vamos a pedir a los muchachos, si vemos y oímos a cada profesor… Por no irnos lejos, los jefes de Kichi. O Pedro Sánchez mismo, que también es profesor universitario.
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