A por la caza real

Lo terrible es que en la operación para desmontar el sistema está un partido que forma parte del Gobierno

12 de agosto 2020 - 01:37

Hubo un tiempo en España en el que con frecuencia se escuchaba decir "yo no soy monárquico, soy juancarlista". En la calle, en la política, en las instituciones, la figura del ahora Rey emérito generaba más adhesiones que rechazos y servía de nexo de unidad cuando las cosas iban mal. Es decir, cumplió con su papel de árbitro, moderador y representante de una joven democracia que se abría al mundo.

Ahora, cuando se ha abierto la veda de la caza real, que va mucho más allá de su persona, todo parece haberse olvidado. Da igual que no exista procedimiento legal alguno en torno a las operaciones en las que se le implica. La carrera ha comenzado para desmontar el sistema que nos dimos los españoles y todo se aprovecha. Lo terrible es que de esa operación forme parte, sin pudor alguno, un partido que está en el Gobierno de España. ¿Se imaginan algo parecido en cualquier otro país del mundo? Los continuos batacazos electorales de Unidas Podemos vienen acompañados de su entrada en el Ejecutivo, del descontento social que sabe explotar con maestría (primero la crisis económica y después la sanitaria) y ahora le toca la lotería del escándalo de don Juan Carlos, que una vez sacado Franco del Valle de los Caídos es la siguiente pieza que quieren cobrarse aquellos que sólo saben obtener réditos, a uno y otro lado de la izquierda, de la división entre españoles. La zafia campaña incluye un lenguaje de gran talla intelectual a la altura de sus destinatarios ("pichabrava" ha llamado Teresa Rodríguez al padre del rey don Felipe) y acusaciones directas de "ladrón" por parte de los independentistas, otros a los que se les ha aparecido una constelación de santos con esta historia. Unos y otros habrán de andarse con cuidado, que la vida da muchas vueltas y no están precisamente sobrados de ejemplaridad a la hora de llevar sus cuentas, como también se está viendo. Es cuestión de tiempo.

Muchos de los de aquel "yo no soy monárquico, soy juancarlista" han pasado, a su pesar, al "yo soy monárquico" a secas. Y quienes tenemos la convicción de que esta institución, por encima de las personas, sigue siendo útil a nuestro país y es de lo poco, por no decir lo único, que nos puede seguir manteniendo unidos, confiamos en que la figura de Felipe VI supere este difícil momento. Porque, visto cómo se las gastan quienes van a por su padre, da miedo pensar lo que vendría después.

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