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Es famosa la expresión del musical My Fair Lady: “La lluvia en Sevilla es una maravilla”. En realidad, ningún escritor ni guionista escribió tal cosa, sino que es un alarde del doblaje al español para mantener el ripio. En la versión original viene a decirse “La lluvia en España se queda principalmente en la llanura”, un sinsentido, dado que, en este país como en cualquiera, llueve más en la montaña. Además, así no pega ni con cola. Tal frase era un ejercicio de las clases de elocución con las que el pigmalión de la señorita Liza, el profesor Higgins, intentar desbravar el rudo acento cockney de la joven. Cosas del doblaje.
Ayer llovió a modo en toda España. Cayeron chuzos de punta. Otra expresión juguetona, porque el modismo alude al chuzo, un arma rudimentaria consistente en un palo con la punta de metal, como el que llevaban los antiguos serenos y con el que hoy se marcan el paso muchos, camino de Santiago (el peregrino premium lleva bastones de esquí). Brusquedad de secarral ibérico: que lluevan lanzas asesinas es mucha metáfora. Sin embargo, el equivalente en inglés tampoco es fino que digamos, y es común que, cuando arrecia, la gente entre en la tienda o en el pub exclamando: “Están lloviendo perros y gatos”. Debe de ser por el sonido explosivo de los dos monosílabos (cats and dogs), que al pronunciarse bien pueden producir más lluvia, ya bucal y a riesgo de salpicar las gafas de quienes escuchan al que se cobija ante el chaparrón.
La tormenta perfecta que ha sufrido el feminismo por el engolfamiento de algunos de sus más conspicuos paladines ha calado el edificio de la igualdad de derechos. Una causa la del feminismo, por cierto, comparable a la Revolución Francesa por su impacto y por su originaria vocación de justicia. Pero unos empoderados con los chuzos de pernera siempre atentos –Errejón y Monedero– han puesto sus sucias manos sobre el feminismo y le han metido un rejonazo, encima cuando los excesos paranormales –y paralingüísticos– de las facciones más desorejadas del movimiento habían abierto una brecha poco limpia, hasta conseguir aprobar en el Parlamento una ley, la del “sólo sí es sí”, que muestra visos de ser una pasada de frenada: lo demasiado es contrario a lo bueno. Ayer, muchos valientes –mayormente, mujeres— salieron a las calles a manifestarse bajo chuzos, perros y gatos que caían del cielo. Bien por ellos. Y muy mal por el recochineo oportunista, reaccionario y ultrahispánico –por bipolar y encabronado– que aprovechó el tren barato de unos satirones con poder para denigrar una causa histórica y fundamental.
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