La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
La corredera
NO es nostalgia de la mujer, "mia, mia, con la pata quebrada y en casa". Debe ser un recordatorio de la lucha y el progreso femenino por la igualdad. El cobijado es el traje típico de Vejer y Tarifa. Reminiscencia mora o castellana, la mujer se tapaba por costumbre, por comodidad, por imperativo del hombre y hasta por el levante. Y a decir de un viajante gaditano, que por aquellos años vino por aquí, "era un pueblo lleno de monjas".
Al cabo del tiempo se usa como traje típico. Y alguno o alguna, al olor del problema del burka o del hijab, decía que "cómo consentíamos por aquí semejante atavismo, que era como volver a la época de Abderramán III". Y no tiene nada que ver. Pregúntesele a cualquier tarifeña o vejeriega si aguantaría que su novio, marido o padre le obligara a taparse la carita. Ni por mandato paterno, ni divino, ¡buenas son ellas! Y con razón, pues tanto el burka como el velo obligatorios son inhumanos, crueles e indignos, lo diga un imán o Mahoma. Que por cierto no lo dijo nunca. Y ni España ni Europa entera debe consentir a estas alturas que se degrade a la mujer con semejante tapujas.
Lo que había que hacer, ya lo dicen los imanes moderados españoles, que las mezquitas y sus escuelas coránicas no dependan económicamente de los fundamentalistas de allá o de más para allá. El Estado, a pesar de la aconfesionalidad, debe invertir en ello, que es cultura y lucha por la igualdad del hombre y la mujer, amén de evitar otros problemas. En el mundo hay que luchar contra el hambre y también contra todo tipo de esclavitud, se vista como se vista.
Es tan incesante el incremento de la población musulmana en nuestros pueblos y ciudades, que deja de ser un problema baladí y no se puede despachar con los argumentos de que hay que respetar las costumbres y que su uso es un estandarte religioso. Porque si es estandarte islámico, que vayan también los hombres con turbantes y chilabas. Todo lo cual nada tiene que ver con el cobijado. Es historia, embrujo, sueño, fantasía y hasta un poema. Y como prueba de todo ello, las cobijadas en las Fiestas Patronales suben al estrado, "se destapan" y descarada y orgullosamente miran al público.
También te puede interesar
La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
El mundo de ayer
Rafael Castaño
Tener un alma
El Palillero
José Joaquín León
Propietarios o proletarios
¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
La semana ‘horribilis’ de Sánchez
Lo último