Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Ramón Castro Thomas
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Desde hace muchos años tengo la bendita costumbre de empezar el día, sin necesidad de café por medio siquiera, con la visita y lectura de la página de Opinión de este periódico. Es muy posible que comparta afición y necesidad con muchos de ustedes, queridos lectores, y eso me exime de explicaciones innecesarias. Pero yo aún podría añadir algunas particulares a las razones que seguramente impulsan a otros. Quizá la más importante es la ventana a mundos muy ajenos que mis compañeros me abren, corolario de la característica pluralidad que esta sección ha sabido mantener a lo largo de décadas. Pluralidad de la opinión que va unida a la independencia de la línea editorial, algo que, como quedó muy claro en el discurso de José Joly en la multitudinaria celebración del 25 aniversario del Diario de Sevilla, nunca debe darse por definitivamente lograda.
Puesto que los columnistas del grupo Joly pueden ser considerados representantes de un amplísimo espectro ideológico, vital, profesional y sociológico, las tendencias que se observan en el conjunto tienen un alto valor adivinatorio sobre los rumbos que la sociedad española, pero sobre todo aquí, en Andalucía, sigue en cada momento. Y lo que uno puede percibir en estos últimos tiempos es cómo mis admirados columnistas de cabecera, con la brillantez en ellos habitual, que eso no decae porque el talento brilla siempre no importa en qué se emplee, eluden cada vez con más frecuencia los grandes asuntos nacionales, en especial la política bajo cualquiera de sus formas, excepto las más anecdóticas, para hablarnos hoy de perros –tema noble donde los haya–, ayer de procesiones, mañana del tiempo que hace o se espera, de libros leídos, de estrenos disfrutados o memorias revividas. Naturalmente, todo esto tiene una causa y es el hartazgo sin medida, el hastío que provoca el discurso político actual, tan estrictamente ceñido a la corrección ideológica que hace indiscernible la autoría. ¿Oyeron o leyeron ustedes el discurso del presidente Moreno Bonilla en una ocasión tan oportuna como era la ya mencionada celebración del 25 aniversario del Diario de Sevilla? Eludiré cualquier comparación con otros discursos entonces realizados para que no se nos juzgue mal, ni a la intención de esta columna ni a mi. Me atrevo a parafrasear a mi tocayo Alberti, nada menos: ¿Qué sienten los columnistas andaluces de ahora?
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