Contrarreloj

Su propio afán

08 de febrero 2025 - 03:05

Ha contado J. D. Vance, vicepresidente de los Estados Unidos de América, que su único superior jerárquico, Donald Trump, pregunta con frecuencia: “¿Cuántas semanas nos quedan?”. O sea, que se ha tomado su presidencia como una carrera de 100 metros. Ha sacado el cronómetro y no va a dormirse en los laureles. Parece que ha oído el consejo popularizado por Steve Jobs: “Stay hungry, stay foolish”, esto es, “No pierdas el hambre, no pierdas la audacia”. Firma tantos decretos y derogaciones que abruma a los rivales políticos y mediáticos: ya no saben de qué protestar, inmovilizados por el acreditado método de bloqueo del asno de Buridán.

La contrarreloj consiste en que los frutos de sus reformas maduren antes de que se agote el capital político. Si la cosecha llega bajo este sol, nadie discutirá la siembra. Ha protegido el deporte femenino de la participación transgénero: las deportistas de todo el país… ¿notarán el efecto enseguida? Empezarán a nacer niños que habrían sido eliminados con la anterior política de fomento del aborto, pero las familias, ¿se acordarán de agradecérselo? ¿Subirán los índices de seguridad en las calles? La clave está en que el efecto beneficioso de sus medidas hambrientas sea lo bastante rápido para que incluso en estos tiempos de atención limitada se perciba la relación de causalidad. Si ocurre, Trump podrá mantener el ritmo frenético de transformación cuantas semanas le queden. Que son muchas.

Milei libra su propia crono. Su ajuste económico está siendo durísimo, pero los datos macro ya arrojan luces brillantes (superávit fiscal), reconocidas por los organismos internacionales y los mercados. Lo importante es que ese efecto se traslade a la calle antes de que desborden las consecuencias negativas inmediatas de su motosierra. La pregunta, de resonancia shakespeariana, gravita: ¿alcanzará la primavera económica antes que el invierno del descontento? Si lo hace, tendremos recortes para rato. Es un sprint apretadísimo.

Georgia Meloni también parece que le está ganando a la Unión Europea su carrera de 200 metros vallas. Sus medidas contra la inmigración ilegal han sido tan bien recibidas por los italianos que en Bruselas han decidido que es mejor mirar hacia otro lado (Hungría). Incluso aquí la impresión es que Vox está calentando para una prueba de velocidad. El grado de aceleración de la política internacional y nacional no es apto para cardíacos.

stats