Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Y que viva México, carajo
El pinsapar
LA derecha ni hace prisioneros ni deja heridos. Solamente saben matar y, si es posible en las cunetas, que es donde siempre nos han dejado a los socialistas". Se me había olvidado. Lo había dicho un cordobés, dirigente del PSOE. No retuve su nombre, que ahora reconozco. Ni su aspecto de fraile mercedario, contenido, cabizbajo y berroqueño. Los diputados autonómicos de su partido lo han elegido para presidir la Cámara autonómica los próximos cuatro años. Digo que las cientos de veces que las televisiones han pasado la mano policial sobre el cogote de Rodrigo Rato han diluido la noticia de esta votación, con lo que ello significa. Y no tanto por la falla de la proporcionalidad, que da a un partido que ha tenido 47 diputados tres miembro en la Mesa y a otro que tuvo 33 diputados lo mismo que al que obtuvo cinco tan sólo: un miembro. La Política la hacen como el viejo refrán castellano: comulgar con ruedas de molino. Pero ya decía, la puntilla a Rato de esos segundos fatales en los que el agente le pone la mano en el cogote al ex vicepresidente del Gobierno español, ha oscurecido o enviado a las páginas del interior, el hecho en cuestión, que quien hizo tamaña enormidad haya sido elevado a presidir la Cámara que representa a todos los andaluces, digo la de los socialistas de las cunetas y la de los de la derecha que ni hacen prisioneros ni dejan heridos, solamente saben matar y, si es posible, en las cunetas.
Debo vivir en un mundo irreal, o transitar de uno a otro, porque no he visto la polvareda de la protesta que una designación así debería haber provocado. Salvo que sea el modo de la Derecha de expresar que la Derecha esa que ni hace prisioneros ni deja heridos es, evidentemente, la Derecha de la que forman parte, ni siquiera sus remotos herederos. Terrible todo esto, esta impunidad de la dirección socialista de aupar a semejante personaje a la presidencia del Parlamento, esta aceptación mansa de cualquier barbaridad, cualquier generalización y la vuelta a los tiempos del odio entre los españoles y las cunetas con los cadáveres de inocentes atropellados por los Hunos y los Hotros. Que no hacían prisioneros ni heridos, es la verdad. Ninguno de ellos.
No he visto voluntad de superar la catástrofe nacional de 1936-1939. Ni en quienes la lanzan a la cara ni en quienes no se ponen en pie para decir basta ya, o sea, quienes debieron haber hecho algo más que esbozar una protesta por la composición de la Mesa cuando lo verdaderamente importante hubiera sido oponerse a esta presidencia.
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